De izquierda a derecha, Santiago y Rodolfo. Al día siguiente de escalar el espolón del Fire. Junio 1975.
Escalada al
Espolón Suroeste del Firé. Junio 1975
Creo que fue en ésta salida cuando, después de comunicar a Rodolfo que
disponía de unos días de permiso para ir a escalar, solicitó en su trabajo que
le dieran unos días de vacaciones y al no concedérselos, pidió la liquidación y
se marchó. Aún no había pasado un mes desde que Rodolfo había cumplido 17 años.
En
el nº 38 de la revista de Montañeros de Aragón (marzo de 1979), en un artículo
titulado “Riglos, Cincuenta Años de Escalada”, Fernando Orús, refiriéndose a
los intentos que hicimos Rodolfo y yo para escalar el Firé, entre otras cosas
escribió: “tendieron un verdadero sitio
al Firé”.
Naturalmente nuestro objetivo era escalar
dicho espolón. Así, a primeros de junio, unos quince días después de la
ascensión de la cordada Despiau-Battaia, volvemos a atacar la vía con
provisiones para unos tres días. Llevábamos varios buriles y un burilador con
sólo una broca, es decir, la puesta en el ramplús. En la 6ª o 7ª reunión,
quizás al pie del muro rojo, intentamos meter el primer buril para reforzarla y
cuando apenas llevábamos hecho la mitad del agujero, se rompió la broca, por lo
que continuamos sin posibilidad de hacer una sola perforación.
Primeros largos del Fire. Santiago. Junio 1975
Hicimos vivac en las placas grises que hay bajo las tres canales, en el
centro de la pared y al día siguiente, continuamos la escalada guiándonos con
el impreciso croquis de que disponíamos. Escalamos varios largos más de la vía
original, y en lugar de flanquear a la derecha para entrar al Torreón, nos
dejamos llevar por la debilidad de la pared que asciende en diagonal a la
izquierda. Abajo estaban los niños del pueblo que estaban siguiendo la
escalada; Miguel, Toño … Nos gritaron que no era por ahí, que Despiau había ido
a la derecha hacía sólo unos días. No les hicimos caso, continuamos la navegación
que nos pedía la pared, ¡era tan evidente!
Llegamos a una pequeña entosta y encontramos un buril y un clavo, tal
vez de embarques anteriores y creo que hicimos reunión en ella. Quizás fue en
éste punto donde intenté, por medio de una travesía a la derecha, pasarnos al
Torreón pero un muro rojo totalmente vertical y sin posibilidad de protección,
me lo impedía. Seguimos con unos pasos en artificial, por una placa que nos
depositó en una exigua repisa bajo una panza y, sujetándonos en los estribos,
hicimos reunión. La calidad de la roca es muy compacta pero por eso mismo, es
muy difícil de pitonar, así que no nos quedó más remedio que montar la reunión
con puntas de clavo, ya que era lo único que entraba.
Siguió
Rodolfo de primero y afrontando la panza directamente, consiguió colocar una
melilla que quedó bien, ya que entró la mitad o poco más, fue el único seguro bueno
en un largo de unos 25 ó 30m, de dificultad extrema y muy mantenido. Si Rodolfo
se hubiera caído, hubiera sido muy fácil que nos hubiéramos ido al suelo. En todo caso,
la única opción de no despeñarnos hubiera sido la melilla.
Espolón S.O del Fire. Rodolfo. Inicio del embarque a la "Variante de salida de Rodolfo-Santiago"
Espolón S.O del Fire. Fisura de salida a cima. Junio 1975. Rodolfo Assas
Llegamos a una pequeña repisa y a nuestra izquierda, remontamos una
corta chimenea que nos depositó en una buena repisa, al pie de una larga fisura
muy rota, al menos en su inicio. Siguió Rodolfo de primero arrastrando las tres
cuerdas de 60m que llevábamos y cuando se le acabó la fisura y la cuerda, tuve
que comenzar a escalar en ensamble para que pudiera llegar a un sitio donde
hacer reunión, muy cerca ya de la cima. Llegamos al pueblo pasada ya la media
noche.
Intento a la Serón-Millán. Junio
1975
Descansamos un
día y al siguiente, nos metemos en la Serón-Millán con provisiones para dos días.
El
primero o segundo largo tiene una panza muy pronunciada, totalmente rota y muy
difícil. Lo escaló Rodolfo de primero con una habilidad asombrosa, hizo reunión
bajo una panza muy pronunciada y alargada. Seguí yo de primero en flanqueo a la
izquierda, bajando incluso un poco y donde el desplome era menor, ataqué recto.
Posteriormente volví a la derecha hasta situarme como unos 4 ó 5 metros por
encima de mi compañero, donde monté reunión. De ésta forma gané, como digo, no
más de 5 metros en vertical en un recorrido de unos 16m. Desde luego, un largo “muy
riglero”.
Esto es todo lo que recuerdo de los pasajes de
ésta vía. Llegamos a una buena cornisa equipada con dos “pes” (por Ursi y Julio
Porta, creo), e inició Rodolfo el siguiente largo en artificial, que creo que
era una fisura vertical, ciega y rota. Al intentar meter una pitonisa, le saltó
en las gafas y se las rompió y como además hacía mucho calor, decidimos
retirarnos.
Rodolfo en la Serón-Millán. Segundo o tercer largo.Con Santiago. Junio 1975
No pudimos completarla, no fue posible. Hace
poco hablé con Cintero sobre ésta vía y me dijo que, aunque nos quedaba una
tirada complicada para llegar al collado, lo mas difícil y comprometido lo
habíamos hecho. Fue un poco lástima ya que hubiéramos hecho la segunda
repetición. De todas formas nunca nos importó demasiado, ya que tanto Rodolfo
Assas como yo, siempre estuvimos y seguiremos
estando, orgullosos de haber tenido la suerte de vivir y participar, de una
pequeña parte de la historia de éste fantástico lugar llamado los Mallos de
Riglos y su precioso y acogedor pueblo.
Posteriormente tuve la ocasión de hacer, con
Daniel Guirles, una de las primeras repeticiones de la vía de La Risa
en la Peña Don
Justo.
Santiago
Hernández de Miguel
Primavera
de 2012
GUÍA SABOCOS-COMACHIBOSA
66 ITINERÁRIOS DE DIFICULTAD MEDIA-BAJA. PRÓLOGO DE FERNANDO ORÚS.
Dedicado a Alberto Rabadá y Ernesto Navarro en el 50 aniversario de su muerte en la cara norte del Eiger.
MARAVILLOSA COLABORACIÓN, SANTIAGO.
¡VAMOS AHORA CON OTROS ESPECIALISTAS!
Decano de los escaladores navarros, Gregorio Ariz Martínez, andinista e himalayista, fue el director de la expedición al Dhaulagiri,
8.172 m, que consiguió la cumbre en 1979.
Montañero universal, Gregorio siempre está al lado de la gente montañera, en las alegrías y tambien en los momentos amargos.
Su relato, fresco y desbordante de energía, narra su aventura en la cara oeste del Naranjo con ocasión de la XIII ascensión, en 1970.
¡Que se preparen sus nietos, aventuras con este "abuelito" no les van a faltar! Y de su "hermanito" José Ignácio, a primera vista un poco cabroncete sí que se le vé poniéndole "cuernos" a Gregorio en la cumbre del Naranjo de Bulnes. ¡Ostia los Áriz, eso sí que es una auténtica estirpe montañera!