Homenaje a los escaladores Alberto Rabadá y Ernesto Navarro, en el cincuenta aniversario de su muerte en la cara norte del Eiger.

LA ASISTENCIA AL HOMENAJE ES LIBRE Y NO HAY NINGÚN INCONVENIENTE EN QUE, QUIEN LO DESÉE, PUEDA CENAR CON SUS PROPIOS ALIMENTOS AUNQUE PARA HACERLO EN EL CATERING DEL PABELLÓN ES IMPRESCINDIBLE LA RESERVA CON 25 EUROS.

¡NO FALTEIS, OS ESPERAMOS EN MEZALOCHA!



domingo, 27 de mayo de 2012

TRECE AÑOS ANTES. RELATO DE ALBERTO RABADÁ


Al hilo de los recuerdos relatados tan intensamente por nuestro amigo Santiago Hernández, el formidable alpinista madrileño, insertamos a continuación el artículo que Alberto Rabadá redactó para su club, Montañeros de Aragón, con motivo de la primera ascensión de esta, la obra maestra de nuestra cordada aragonesa en 1961. El texto nos ha sido facilitado por Alberto Martínez Embid, escritor y alpinista.

 
RABADÁ SENDER, Alberto, “Mallo Fire: primera cara Sur”, en: Boletín de Montañeros de Aragón, 67, enero-marzo de 1962.

            “Por tercera vez, vamos a enfrentarnos con la grandiosa pared sur-este del Fire, el que contemplamos en aquel amanecer del día del Pilar flotando sobre el mar de nubes, lo que contribuye a darle un aspecto más impresionante si cabe. Con Navarro de compañero de cordada, avanzamos hacia el coloso, que se yergue con una vertiginosa verticalidad, dominando esbelto las laderas circundantes. Hemos preparado nuestro equipo a base de bien y en la intendencia incluimos un pollo con el que celebraremos el día, observando que, como el vino, también gana con la altura. Sumamos a la pesada impedimenta, aparte de la cámara fotográfica, un tomavistas con buen surtido de película, con la que pensamos filmar los pasos más interesantes.
            ”Tras un rápido inventario (a ver si todo está en orden), comenzamos la escalada, que coincide con la vía de la cara Oeste por el extraplomo inicial –bastante serio– y la larga travesía horizontal, por la que, rebasado un espolón, se hace difícil entenderse. Afortunadamente, algunos compañeros madrugadores están al pie del mallo y, haciendo de eco, conseguimos solucionarnos. Más tarde, el grupo aumenta y, desde una cornisa, puedo contemplar la expectación: Terrer con sus agregados, que ha venido desde los chalets de la estación; Vidal, nuestro asesor-jefe en lo del tomavistas; y la para mí siempre amenazadora figura de Ramón el Galletas, quien, cachaba en ristre, parece querernos decir que, como no tengamos ojo con la pared, lo vamos a tener que tener con él.
”Abandonamos la vía Villar que, con el en estos momentos averiado Villarig, repetí hace dos años, comprobando que, a pesar de estar poco frecuentada, es una de las más interesantes de Riglos por su variedad. Desde el punto donde nos encontramos, superamos un tramo muy liso de pared compacta, donde Navarro, en el primer intento, tuvo una caída, por lo que, pasado el primer susto, solo nos preocupamos de si Vidal, que seguía la escalada, habría podido filmarla con su tomavistas. Procuro desechar de mi pensamiento la caída de Navarro y prosigo el delicado paso a libre, hasta que una fisura ya conocida de las otras veces, me brinda ocasión de colocar una segura escarpia. Continúo la fisura y, poco más arriba –al desaparecer–, tengo que bordear la panza (que muere en un paso que requiere toda la atención), hasta que alcanzo una cornisa formada por una laja semi suelta que da la impresión de ir a soltarse del todo al poner los clavos de seguro para la reunión.
            ”Una vez ha llegado Navarro, que ha tenido que subirse la panza directamente, inicia el siguiente largo sobre mis hombros, pisoteándome a placer. En este largo evitamos, yéndonos a la izquierda en un aéreo flanqueo, la fea fisura diagonal que bautizamos la cicatriz, aparente línea de ataque vista desde la base, pero que a su altura se ve impracticable. Navarro desaparece de mi vista, avisándome de que sigue a libre; por mi parte, pongo toda la atención en la maniobra, pues, por experiencia de los anteriores intentos, sé que las cuerdas no corren bien, dificultando la progresión de mi compañero. Por fin, alcanza una cornisa y recupera la despensa, atendiéndome a mí a continuación, que paso recuperando el material. Es bastante tarde cuando alcanzo la cornisa en la que decidimos instalar el primer vivac, satisfechos de poder aligerar en parte el pesado petate. Luego, sacándole el mejor partido posible a la estrecha cornisa, arrebujados en las chaquetas de pluma, nos disponemos a pasar la noche.

”Sobre las seis de la mañana, tras haber dormido toda la noche de un tirón, prosigo, desplazándome a la derecha por la misma cornisa del vivac, hasta una panza que supero con ayuda de un pitón; sobre ella, subo en diagonal un muro bastante liso que se extraploma al final. Logro superar dicho extraplomo con cuatro malos clavos y preparo la reunión. La siguiente tirada, a cargo de mi compañero, comienza –cómo no– a base de pisotearme los hombros; luego, en un alarde de equilibrio, supera una panza, siguiendo por un diedro descompuesto, del que hay que salirse en un difícil flanqueo. Al final de éste llega a la repisa donde dimos la vuelta en el segundo intento. Colgado del clavo de rápel (¡vaya clavo!), estudio la continuación del itinerario desconocido desde aquí. Por encima de la panza, en cuyo borde estoy suspendido, otra más saliente cierra el paso, siguiendo un trozo de pared por la que calculo se podrá progresar más rápidamente; una tercera panza cortada por una fisura y la perspectiva achata el resto de la pared visible. Supero los dos primeros extraplomos difícilmente (la pared no me ha engañado) y salvo el trozo liso con más facilidad. Finalmente, tengo que subir la fisura del final utilizando métodos nada académicos y, tras hacer bastante fuerza, consigo encaramarme en una repisa al pie de un muro de aspecto más fácil, por el que sube Navarro en un rápido largo de cuerda.
            ”Nos reunimos en un rellano al pie de una panza –¡panzas y más panzas!–, surcada por tres chimeneas, a cual más fea. Tenemos que deliberar cuál ha de ser la que sigamos y cómo alcanzarla, cuando nos decidimos por la central. Después de varios infructuosos intentos de llegar a ella de frente, lo logro dando un rodeo por la derecha, sin que la cosa sea mucho más fácil, a base de paciencia y de fiarme de unos pitones más bien malos. La chimenea, salvo una sabina a la mitad en la que se nos engancha el petate, no ofrece otro problema que un techillo al final, el que da salida a una pared de excelente roca, lo que hace prorrumpir en exclamaciones de gozo a Navarro a medida que la va subiendo. Mi aviso de que no le queda cuerda lo sorprende en un estrecho resalte, donde visto que el día toca su fin, se decide preparar el segundo vivac. Resulta agradable poder relajar los músculos y ceder en la constante tensión nerviosa que la escalada requiere. Veo sonreír a Navarro satisfecho mientras va trasegando cosas del petate al estómago; luego, saciados, contemplamos la aparente miniatura del paisaje a vista de pájaro, mientras esperamos el reparador sueño, que por la confusión de recuerdos no debió tardar en venir.

Continuará.-

PEÑA GABACHA. UN CASTILLO CALCÁREO
AL PIE DE LA PEÑA TELERA. 
 En otoño de 2000 exploré con amigos a los que fui "engañando", las ásperas vertientes de este curioso torreón que hace de gigantesco "hito" entre los puertos de Acumuer y Biescas.
La vía "Poppy" dedicada a un perrito que tuve está asegurada con sólidas clavijas y ya ha sido escalada en unas cuantas ocasiones.
 
Por el contrário, la cara Este sortea un caos de bloques en equilibrio inestable. Decidídamente no se la recomiendo a nadie. No obstante, si alguien desea intentarla, por favor, que me avise con antelación para encargarme un traje negro, je, je.
  Va, en serio, ni se os ocurra meteros allí. 




CONTACTOS PREVIOS AL HOMENAJE
Continuamos recabando apoyos para que clubs de montaña de toda España organicen actos y actividades de homenaje a la memoria de Alberto Rabadá y Ernesto Navarro. Los entusiastas montañeros del club "Torrecerredo" de Gijón consiguieron ayer subir por fin el Aneto despues de algunos intentos. Está simpática y activa sociedad asturiana lo va a tener en cuenta a la hora de concretar su calendário para el año 2013. Mientras tanto, prosigo infatigable mi árdua labor de "relaciones públicas" ampliando sin cesar el círculo de admiradores de la cordada aragonesa, y cualquier momento es oportuno, como este mismo, en la cumbre de los Pirineos.

 
 Y la pregunta es esta: Tantas bellezas por aquí por la cordillera,
¿No tendrá algo que ver con el "derretimiento" de los glaciares?

Hasta luego, amiguetes.





1 comentario:

  1. Como ya conocereis, ayer domingo un montañero de 41 años, natural de Tarragona, perdió la vida al caer desde el "Paso de Mahoma".
    En esta nuestra pasión, depòrte o como se le quiera llamar, la alegría,la felicidad,y el dolor y la muerte, van todos juntos en el mismo paquete.

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