Al hilo de los recuerdos relatados tan intensamente por nuestro amigo Santiago Hernández, el formidable alpinista madrileño, insertamos a continuación el artículo que Alberto Rabadá redactó para su club, Montañeros de Aragón, con motivo de la primera ascensión de esta, la obra maestra de nuestra cordada aragonesa en 1961. El texto nos ha sido facilitado por Alberto Martínez Embid, escritor y alpinista.
RABADÁ
SENDER, Alberto, “Mallo Fire: primera cara Sur”, en: Boletín de Montañeros de Aragón, 67, enero-marzo de 1962.
“Por tercera vez, vamos a
enfrentarnos con la grandiosa pared sur-este del Fire, el que contemplamos en
aquel amanecer del día del Pilar flotando sobre el mar de nubes, lo que
contribuye a darle un aspecto más impresionante si cabe. Con Navarro de
compañero de cordada, avanzamos hacia el coloso, que se yergue con una
vertiginosa verticalidad, dominando esbelto las laderas circundantes. Hemos
preparado nuestro equipo a base de bien y en la intendencia incluimos un pollo con el que celebraremos el día,
observando que, como el vino, también gana con la altura. Sumamos a la pesada
impedimenta, aparte de la cámara fotográfica, un tomavistas con buen surtido de
película, con la que pensamos filmar
los pasos más interesantes.
”Tras un rápido inventario (a ver si
todo está en orden), comenzamos la escalada, que coincide con la vía de la cara
Oeste por el extraplomo inicial –bastante serio– y la larga travesía
horizontal, por la que, rebasado un espolón, se hace difícil entenderse.
Afortunadamente, algunos compañeros madrugadores están al pie del mallo y,
haciendo de eco, conseguimos solucionarnos. Más tarde, el grupo aumenta y,
desde una cornisa, puedo contemplar la expectación: Terrer con sus agregados,
que ha venido desde los chalets de la estación; Vidal, nuestro asesor-jefe en
lo del tomavistas; y la para mí siempre amenazadora figura de Ramón el Galletas, quien, cachaba en ristre,
parece querernos decir que, como no tengamos ojo con la pared, lo vamos a tener
que tener con él.
”Abandonamos
la vía Villar que, con el en estos momentos averiado Villarig, repetí hace dos
años, comprobando que, a pesar de estar poco frecuentada, es una de las más
interesantes de Riglos por su variedad. Desde el punto donde nos encontramos,
superamos un tramo muy liso de pared compacta, donde Navarro, en el primer
intento, tuvo una caída, por lo que, pasado el primer susto, solo nos
preocupamos de si Vidal, que seguía la escalada, habría podido filmarla con su tomavistas. Procuro
desechar de mi pensamiento la caída de Navarro y prosigo el delicado paso a
libre, hasta que una fisura ya conocida de las otras veces, me brinda ocasión
de colocar una segura escarpia. Continúo la fisura y, poco más arriba –al
desaparecer–, tengo que bordear la panza (que muere en un paso que requiere
toda la atención), hasta que alcanzo una cornisa formada por una laja semi suelta
que da la impresión de ir a soltarse del todo al poner los clavos de seguro
para la reunión.
”Una vez ha llegado Navarro, que ha
tenido que subirse la panza directamente, inicia el siguiente largo sobre mis
hombros, pisoteándome a placer. En este largo evitamos, yéndonos a la izquierda
en un aéreo flanqueo, la fea fisura diagonal que bautizamos la cicatriz, aparente línea de ataque
vista desde la base, pero que a su altura se ve impracticable. Navarro
desaparece de mi vista, avisándome de que sigue a libre; por mi parte, pongo
toda la atención en la maniobra, pues, por experiencia de los anteriores
intentos, sé que las cuerdas no corren bien, dificultando la progresión de mi
compañero. Por fin, alcanza una cornisa y recupera la despensa, atendiéndome a mí a continuación, que paso recuperando el
material. Es bastante tarde cuando alcanzo la cornisa en la que decidimos
instalar el primer vivac, satisfechos de poder aligerar en parte el pesado
petate. Luego, sacándole el mejor partido posible a la estrecha cornisa,
arrebujados en las chaquetas de pluma, nos disponemos a pasar la noche.
”Sobre
las seis de la mañana, tras haber dormido toda la noche de un tirón, prosigo,
desplazándome a la derecha por la misma cornisa del vivac, hasta una panza que
supero con ayuda de un pitón; sobre ella, subo en diagonal un muro bastante
liso que se extraploma al final. Logro superar dicho extraplomo con cuatro
malos clavos y preparo la reunión. La siguiente tirada, a cargo de mi
compañero, comienza –cómo no– a base de pisotearme los hombros; luego, en un
alarde de equilibrio, supera una panza, siguiendo por un diedro descompuesto,
del que hay que salirse en un difícil flanqueo. Al final de éste llega a la repisa
donde dimos la vuelta en el segundo intento. Colgado del clavo de rápel (¡vaya clavo!), estudio la
continuación del itinerario desconocido desde aquí. Por encima de la panza, en
cuyo borde estoy suspendido, otra más saliente cierra el paso, siguiendo un
trozo de pared por la que calculo se podrá progresar más rápidamente; una
tercera panza cortada por una fisura y la perspectiva achata el resto de la
pared visible. Supero los dos primeros extraplomos difícilmente (la pared no me
ha engañado) y salvo el trozo liso con más facilidad. Finalmente, tengo que
subir la fisura del final utilizando métodos nada académicos y, tras hacer
bastante fuerza, consigo encaramarme en una repisa al pie de un muro de aspecto
más fácil, por el que sube Navarro en un rápido largo de cuerda.
”Nos reunimos en un rellano al pie
de una panza –¡panzas y más panzas!–, surcada por tres chimeneas, a cual más
fea. Tenemos que deliberar cuál ha de ser la que sigamos y cómo alcanzarla,
cuando nos decidimos por la central. Después de varios infructuosos intentos de
llegar a ella de frente, lo logro dando un rodeo por la derecha, sin que la
cosa sea mucho más fácil, a base de paciencia y de fiarme de unos pitones más
bien malos. La chimenea, salvo una sabina a la mitad en la que se nos engancha
el petate, no ofrece otro problema que un techillo
al final, el que da salida a una pared de excelente roca, lo que hace
prorrumpir en exclamaciones de gozo a Navarro a medida que la va subiendo. Mi
aviso de que no le queda cuerda lo sorprende en un estrecho resalte, donde
visto que el día toca su fin, se decide preparar el segundo vivac. Resulta
agradable poder relajar los músculos y ceder en la constante tensión nerviosa
que la escalada requiere. Veo sonreír a Navarro satisfecho mientras va trasegando
cosas del petate al estómago; luego, saciados, contemplamos la aparente
miniatura del paisaje a vista de pájaro, mientras esperamos el reparador sueño,
que por la confusión de recuerdos no debió tardar en venir.
Continuará.-
PEÑA GABACHA. UN CASTILLO CALCÁREO
AL PIE DE LA PEÑA TELERA.
En otoño de 2000 exploré con amigos a los que fui "engañando", las ásperas vertientes de este curioso torreón que hace de gigantesco "hito" entre los puertos de Acumuer y Biescas.
La vía "Poppy" dedicada a un perrito que tuve está asegurada con sólidas clavijas y ya ha sido escalada en unas cuantas ocasiones.
Por el contrário, la cara Este sortea un caos de bloques en equilibrio inestable. Decidídamente no se la recomiendo a nadie. No obstante, si alguien desea intentarla, por favor, que me avise con antelación para encargarme un traje negro, je, je.
Va, en serio, ni se os ocurra meteros allí.
CONTACTOS PREVIOS AL HOMENAJE
Continuamos recabando apoyos para que clubs de montaña de toda España organicen actos y actividades de homenaje a la memoria de Alberto Rabadá y Ernesto Navarro. Los entusiastas montañeros del club "Torrecerredo" de Gijón consiguieron ayer subir por fin el Aneto despues de algunos intentos. Está simpática y activa sociedad asturiana lo va a tener en cuenta a la hora de concretar su calendário para el año 2013. Mientras tanto, prosigo infatigable mi árdua labor de "relaciones públicas" ampliando sin cesar el círculo de admiradores de la cordada aragonesa, y cualquier momento es oportuno, como este mismo, en la cumbre de los Pirineos.
Y la pregunta es esta: Tantas bellezas por aquí por la cordillera,
¿No tendrá algo que ver con el "derretimiento" de los glaciares?
Hasta luego, amiguetes.
CONTACTOS PREVIOS AL HOMENAJE
Continuamos recabando apoyos para que clubs de montaña de toda España organicen actos y actividades de homenaje a la memoria de Alberto Rabadá y Ernesto Navarro. Los entusiastas montañeros del club "Torrecerredo" de Gijón consiguieron ayer subir por fin el Aneto despues de algunos intentos. Está simpática y activa sociedad asturiana lo va a tener en cuenta a la hora de concretar su calendário para el año 2013. Mientras tanto, prosigo infatigable mi árdua labor de "relaciones públicas" ampliando sin cesar el círculo de admiradores de la cordada aragonesa, y cualquier momento es oportuno, como este mismo, en la cumbre de los Pirineos.
Y la pregunta es esta: Tantas bellezas por aquí por la cordillera,
¿No tendrá algo que ver con el "derretimiento" de los glaciares?
Hasta luego, amiguetes.
Como ya conocereis, ayer domingo un montañero de 41 años, natural de Tarragona, perdió la vida al caer desde el "Paso de Mahoma".
ResponderEliminarEn esta nuestra pasión, depòrte o como se le quiera llamar, la alegría,la felicidad,y el dolor y la muerte, van todos juntos en el mismo paquete.