A
finales de 1973 visité Riglos con un amigo de Madrid, Álvaro Graíño. Me había
presentado voluntario en la
Escuela Militar de Montaña de Jaca, para hacer la mili en la Compañía
Escaladores-Esquiadores destacada en Candanchú, en la que iba
a ingresar el 15 de abril siguiente. Como el viaje desde Madrid por tren me lo
pagaba el ejército, solicité al mando en Jaca que me hiciera un transbordo en
Riglos, para poder visitarlo a la vuelta.
Quedé impresionado a la vista de los Mallos, al pie de sus ciclópeas
paredes. No conocía casi nada de la historia de la escalada en Riglos. Ni
siquiera conocía la existencia de un mallo llamado Pisón,… ni Puro,… ni aún por
fotos. Sólo conocía de forma vaga la historia del Espolón Suroeste del Firé, (vía
Félix Méndez ó Rabadá-Navarro). Considerada entonces la escalada en
roca mas difícil de España, venía avalada además, de un muy alto grado de
exposición. Llevaba abierta hacía poco
más de doce años y sólo tenía una repetición, en octubre de 1966 es decir,
hacía ya siete años. Dos expertos rigleros fueron sus autores: Ursicinio Abajo
y Jesús Ibarzo.
Por
aquéllas fechas no había casi nada de divulgación de la montaña, y mucho menos
de un sitio tan especializado como Riglos. Los escaladores de la zona centro
habían hecho algunas vías como la
Pany-Haus, el Adamello o la Sur del Puro, generalmente con escaladores
maños, pero no se habían acometido escaladas de mayor envergadura. De Riglos se
decía entonces que era la “universidad”, en lugar de una “escuela” como
Achxarte, Monserrat o la
Pedriza, por poner un ejemplo.
Desde la desaparición de Alberto y Ernesto en
1963, la actividad aperturista en Riglos decayó un poco. Se abrieron vías como Vía de Verano al Pisón (1964), José A. Elola o Carnavalada
(1965), José A. Sanz al Frechin (1971) y algunas mas, pero los grandes y
comprometidos itinerarios apenas se repetían, principalmente Serón-Millán al Pisón (1957), Norte del Puro (1960) y el Espolón Suroeste del Firé (1961), las
cuales tenían dos, tres, y dos ascensiones respectivamente y estaban
absolutamente mitificadas (con razón). También había otras vías, algunas muy
buenas, que tanpoco se repetían apenas como por ejemplo la vía de La Risa
en la Peña Don
Justo (1961), muy comprometida, difícil y con solo tres o cuatro ascensiones.
Es decir, otro verdadero sexto grado de la época. Tal era el panorama en Riglos
a finales de 1973.
Un
chico de Zaragoza, Soguero, nos
estuvo enseñando los Mallos y en la era, al pie de la cara suroeste del Pisón,
nos informó de que por todo el centro de dicha pared discurría una vía llamada La
Carnavalada o El Carnaval,
que así también se la llama la cual, hacía ocho años que había sido abierta por
la cordada Ursi-Ibarzo y contaba hasta la fecha, con unas doce ascensiones
según el libro-registro del bar existente en Riglos, creo que la mayoría de ellas
con un vivac en pared. Me gustó tanto, que enseguida tomé la decisión de hacer
un intento de escalarla en cuanto me fuera posible.
También hicimos, con Soguero de guía, una vía muy sencilla al Mallo Colorado, creo que la Sureste Clásica
También hicimos, con Soguero de guía, una vía muy sencilla al Mallo Colorado, creo que la Sureste Clásica
Rodolfo llegando a la entosta. Carnavalada. Abril 1974.
La Carnavalada y otras vías. Abril 1974
Pasó
el invierno y en la primavera siguiente, a primeros de abril, me presenté en
Riglos con mi amigo y compañero de cordada Rodolfo Assas.
Habíamos
ido en el “Canfranero” hasta Riglos “apeadero”, aunque en Zaragoza sacábamos
billete hasta Riglos “estación” (la anterior), pues si decíamos que íbamos al pueblo
de Riglos nos cobraban hasta la
Peña, que es la estación siguiente. Nos acercamos a la era
con los “armarios” a la espalda. Íbamos para quince días y llevábamos mucho
material y allí nos encontramos y conocimos a Ángel López “Cintero”, antiguo
compañero de cordada de Rabadá y además, su cuñado.
Tuvimos la suerte y el acierto de informarnos
a través suya de los pormenores de La Carnavalada, ya
que éste, era nuestro objetivo y además, nos enseñó el nudo Édil para encordarse con la misma cuerda
de escalar, a los muslos de las piernas. Éste nudo lo había inventado Alberto
Rabadá, a quien llamaban Édil y lo
usamos al día siguiente, en lugar del viejo boudrier de pecho, fabricado por nosotros
mismos con cuerda vieja. Por supuesto, nosotros pensábamos que si lo había
inventado Rabadá, no podía ser malo.
Santiago llegando a la entosta. Encordados con el nudo Edil. Abril 1974
Como
se estimaba que para hacer El Carnaval lo normal era hacer un vivac en
pared, nos metimos a la vía al día siguiente, hacia el mediodía, pues creíamos
que el único sitio aceptable para vivaquear era en la Entosta
que se encuentra en mitad de la pared, al principio del largo desplome que se
prolonga continuo durante al menos dos largos. Llevábamos tres cuerdas de 60m.
de 9 m/m y una mochila que izábamos con la tercera cuerda, para no tener que
cargar con el peso de los sacos de dormir y demás cosas necesarias.
Santiago en la entosta. Carnavalada. Abril 1974.
Llegamos a la
Entosta donde
nos aburrimos de esperar a que anocheciera y al día siguiente, continuamos la
escalada. Sobre la una o dos de la tarde, cuando nos quedaban unos tres largos
para llegar a la cima, nos cogió una fuerte tormenta con aparato eléctrico que
le pilló a Rodolfo escalando de primero y lloviendo, en una tirada con pasos de
artificial que tenía salidas a libre
obligadas y difíciles. Tuvimos que hacer un segundo vivac en un pequeño nicho bajo
un desplome, en las canales de salida. Pasamos algo de fresco por la humedad de
la lluvia que nos caló, pero fue un vivac absolutamente fantástico, con las
luces del pueblecito de Riglos abriéndose paso entre la niebla, hacia nosotros.
Rodolfo, penúltimo largo (original) del Carnaval. Abril 1974.
Al día siguiente, nos pasamos a la canal de la
derecha por la llamada cornisa Edílica. Inicié
la siguiente tirada que remonta una panza, y al agarrarme a un bolo grande para
salir del desplome en un paso muy fácil, se desprendió dicho bolo y salí
volando por encima de la panza unos dos o tres metros sin consecuencias, me
incorporé enseguida y acabé el largo. Terminamos la vía e iniciamos el descenso
a rápeles sin más contratiempos.
Tormenta en el Carnaval. Rodolfo en las canales de salida. Abril de 1974.
Ésta fue nuestra primera escalada en Riglos
que desde luego, no nos dejó indiferentes.
Los
días siguientes hicimos la Sur del Puro, que es su vía normal, la Pany-Haus
al collado del Pisón y el Espolón del
Adamello en el mismo macizo.
Desde el principio, nos hospedábamos en casa de la señora María y el
señor Mariano, que por aquéllas fechas era el cartero del pueblo. Hacíamos las
comidas con ellos en la misma mesa y nos trataron siempre muy bien, como si
fuéramos sus hijos, con lo cuál y como es lógico, siempre les estamos y
seguiremos estando muy agradecidos por su sincera hospitalidad y el cariño que
siempre mostraron hacia nosotros. Además para completar nuestra felicidad,
vivíamos en la misma casa donde se habían hospedado habitualmente nuestros
ídolos desaparecidos hacía poco más de diez años: Alberto y Ernesto, así como
sus amigos y compañeros de montaña.
Hicimos
también una de las primeras repeticiones de la vía Villarig a la Aguja Roja,
y un intento a una vía mítica de Rabadá y Navarro en la
Arista Norte del Puro la cual, como ya he dicho, tenía
por entonces sólo tres ascensiones, muchos intentos, y alguna larga caída. La
intentamos con Fernando Orús y Valentín Asensio de Zaragoza, pero no logramos
subir mucho a causa de un mal entendido un tanto cómico que nos hizo perder
mucho tiempo. También hicimos, solo para probar, el primer largo del Espolón Suroeste del Firé.
Rodolfo en la Carnavalada. Enero de 1975.
En el
libro-registro del bar, anotábamos todas las ascensiones y los intentos serios
que hicimos de algunas vías, y como desde el principio manifestamos nuestro
juvenil deseo de intentar hacer la 2ª
repetición del Espolón del Firé, un joven
escalador de Zaragoza parodiando a una revista de la época llamada Hermano Lobo, escribió en el libro lo
siguiente: “Lobito, lobito, ¿Cuándo subirán los madrileños al Firé?” y dibujó
el lobo de la misma manera que aparecía en la revista, en el que se leía “¡Aúuu!”
y a continuación escribió, “¡Temblad paredes, que vienen los hijos del Tudela!”
No firmó el “trabajo”, pero andando el tiempo, unos nueve meses después, cuando
ya habíamos hecho varias escaladas bastante difíciles y comprometidas, sí
hicimos un intento serio a ésta vía durante el cual, al final del primer tercio
sufrí una larga caída en péndulo sin consecuencias y entonces, al final de
nuestra anotación del intento en el libro, añadió: “suerte a la próxima” y lo
firmó.
El
15 de abril me incorporé al ejército y durante el resto de ése año 74, en
algunos permisos, seguí escalando en Riglos en los que tuve ocasión de hacer
con unos amigos maños, la vía Luis Villar
al Firé (1958) en su cara oeste, creo que hicimos la 4ª ascensión mas o
menos. Hice algunas escaladas más quizás con Rodolfo, pero no lo recuerdo. Me
gustaría consultar el libro-registro de
la época.
Santiago Hernández
TRIGLAV 2.864 m (Eslovenia)
ÉXITO DE FÉLIX Y MÓNICA.
Una cumbre escarpada y difícil de conseguir, pero nuestros dos amigos, esa parejita de tenaces escaladores, no se han dejado amedrantar por las severas condiciones de la montaña, la falta de huella y otros inconvenientes. Desde el blog del Homenaje a Rabadá y Navarro recibid nuestras más intensas felicitaciones.
EL BLOG TIRA COMO UN COHETE.
¡¡CAMINO DE LAS DIEZ MIL VISITAS!!
Cotiella (Sobrarbe)
Desde EE.UU hasta Uruguay, pasando por México, Colombia.
Rusia y resto de los paises de Europa, tambien Japón, casi una buena treintena de paises nos visitan a diario. No me podía imaginar que promover un homenaje a Alberto Rabadá y Ernesto Navarro iba a dar tanto de sí en poco más de cinco meses. Los apoyos se suceden y muy pronto presentaremos aquí en el blog el programa preliminar en el que destacará la participación de una cuidadosa y escogida selección de alpinistas, de España, y de Aragón, por supuesto. Es un camino tranquilo, sosegado y reconfortante. El terreno es firme y sólido. La ruta hermosa, como una arista de nieve. Hasta lueguito.
PERSONAJES INOLVIDABLES DE NUESTRA JUVENTUD.
"Rata" (César Cavero), "Guti" (Luis Gutierrez, presidente del G.A.M), "Cabezón" (Luis Morente) y
"Moskito" (Antonio Sánchez).
¡¡¡ y la cárcel vacía!
Perdona, Santiago. Tengo que reconocer que fui yo el "capullo" que puso el dibujito del lobo "aullador".
ResponderEliminarPor suerte aquella chorrada fué el inicio de una buena amistad con Rodolfo, y tambien contigo, claro está.
Respecto a César Pérez de Tudela, te informo que me ha comunicado su intención de asistir al homenaje a Rabadá y Navarro participando como ponente.
Gracias por este vibrante relato de la "Carnavalada" al Pisón. Yo la subí un mes más tarde que vosotros, en mayo del 74, con Gonzálo Prado y la hicimos de tirón desde las doce de la noche a las doce de la mañana.
muchas gracias, subir al Triglav, aun en estas "malas" condiciones, no tiene comparación con esa "carnavalada", auntentica escalada de dificultad reconocida mundialmente, "animalada" diría yo, cuando la observo desde abajo...
Eliminarun abrazo,
Félix
No tiena ninguna importancia Vallés. Al final,
Eliminaraquélla "chorrada" juvenil ha quedado como una anécdota simpática mas, con humor, y como bien dices, fue el inicio de una buena amistad.
No sabía que Lalo y tú hubierais hecho el Carnaval, entrándole en esos horarios. ¡Vaya recuerdos, eh, Vallés.
Un abrazo
Santiago Hernández
Hola Félix. Es muy cierto que la Carnavalada es una vía que cuando la miras desde abajo se ve imponente, elegante.... Y verdaderamente lo es. No te digo ya para quien la escala toda, o casi toda, en libre. Yo la he hecho unas cuantas veces, y aún espero que no sea la última.
EliminarDesde luego que no tiene nada o casi nada que ver con el Triglav, son dos actividades muy diferentes pero subir al Triglav, incluso por su ruta normal, no es ninguna tontería y menos en invierno, y/o con nieve. Es una actividad de alta montaña y por lo tanto, seria. Merece todo el respeto. Enhora buena a los dos.
Recibir un cordial saludo.
Santiago Hernández