TERCERA PARTE
Ordesa. El Espolón Este del Gallinero.
Julio 1974
En
julio de ése año nos acercamos al valle de Ordesa para escalar el Espolón Este del Gallinero, la Rabadá-Navarro
Habíamos
llegado desde Riglos y a primera hora de la tarde nos encontrábamos en un
pequeño vivac, un poco por debajo del comienzo de la vía y rodeados de
tormentas con aparato eléctrico, que estuvo un buen rato descargando. A la
vista de ésta situación decidimos volvernos a Riglos, y cuando teníamos ya las
mochilas puestas para empezar a bajar, paró la tormenta y empezó a abrirse
claros en el cielo, por lo que tomamos la decisión de meternos en la pared.
Aunque la vía ya se había hecho sin vivac, seguramente por más de una
cordada y teniendo en cuenta la hora que era, nos metimos con la idea de hacer
noche en la pared, la cuál hicimos en la cuarta o quinta reunión, en una
repisa.
Al
día siguiente continuamos la escalada con
buen tiempo y el pasaje del Techo Central, que es muy aéreo, es desde luego
espectacular. Al final del flanqueo, pero antes de salir del techo, hay un
pequeño nicho absolutamente volado, y recordé entonces lo que me habían contado
en Riglos nuestros amigos maños y fue que durante la primera ascensión, habían
hecho reunión en ése pequeño nicho. Es sin duda, una de las reuniones más
aéreas de las que yo tenga conocimiento. Acabamos la vía sin más incidencias
que una tormenta que se desató por la tarde, por la muralla donde discurre la Senda de los Cazadores al
otro lado del valle, pero no nos afectó.
Primer intento al
Espolón Suroeste del Firé. Enero 1975
A
primeros de enero me encuentro de nuevo en Riglos con Rodolfo Assas. Él ha
venido de Madrid y yo desde Candanchú, pues dispongo de unos días de permiso.
La primera vía que hacemos es El
Carnaval, pues nos gustó tanto cuando la hicimos el pasado mes de abril que
estimamos, que al ser tan vertical nos venía muy bien para ir calentando.
Después hicimos una de las primeras repeticiones de la
José A. Sanz al mallo Melchor Frechin y mas
tarde, la cuarta o quinta escalada a la Norte del Puro. (Rodolfo y yo hicimos, en quince
meses, tres veces la Norte del Puro, la 4ª, 5ª y 7ª ascensiones
respectivamente) si no recuerdo mal, aunque no recuerdo las fechas exactas. Lo
que si que recuerdo perfectamente es que, sobre todo la primera vez, nos
pareció muy difícil y mantenida y que “aullamos” mucho, (como decíamos entonces).
Unos días después, sobre el 6 de enero, nos
metemos al Espolón del Firé con
provisiones para varios días. A partir del punto donde se separa de la Villar,
la información de la que disponíamos no nos aclara mucho y la reseña que
circulaba entonces, mejor ni mirarla, pues asustaba solo con verla.
Primer intento al Espolón S.O del Fire. 4º largo. Santiago Hernández. Enero 1975.
Llegamos
con buen horario a dicho punto de separación, e inicié el siguiente largo de
primero de cuerda. De la reunión flanqueé unos metros a la derecha, donde
encontré una melilla muy sólida y bien pitonada. Pertenecía, creo, a
Ursi-Ibarzo de su ascensión de hacía poco mas de siete años. A partir de aquí
ya no pude seguir el flanqueo, por la dificultad que oponía la pared. Unos
cuantos metros por encima de donde me encontraba y desplazado a la derecha, se
encontraba un techo rojo, el cual se extendía de forma horizontal durante varios
metros, también a la derecha, con un muro vertical debajo de él.
Primer intento al Fire. Santiago intentando uno de los primeros largos. Enero de 1975.
De la melilla me dirigí en diagonal ascendente
al comienzo del muro bajo el techo, para bordearlo y salir al filo del espolón.
Lo escalé poniendo las manos en el ángulo que forma el techo con el muro, y los
pies, en el mismo muro. Seguí durante
unos cuantos metros sin poder pitonar, todo muy difícil y mantenido hasta que
llegué al final del techo, pero no podía colocar ningún seguro y me estaba
cansando. Intenté colocar un pitón a la derecha de donde me encontraba, muy
bajo, al otro lado del espolón, por lo que no tenía visión y muy forzado,
conseguí colocarle y aunque no quedó muy fuerte, esperaba que sí lo suficiente
para aguantar mi peso. Saqué un estribo y me colgué del clavo, y al hacer un
movimiento se soltó, por lo que caí en péndulo unos 25m.
Me
golpeé en una pierna, sin más consecuencias que un pequeño dolor y algo de
cojera durante unos días. Remonté a la reunión y al subir, me dí cuenta por
dónde iba la travesía.
El pitón que aguantó toda la caída fue el de
Ursi, que ni se había inmutado y justo a ésta altura, había que destrepar unos
cuantos metros verticales hasta llegar al inicio de una entosta muy estrecha,
que se alarga a la derecha y se sigue hasta una fisura que te deposita en un
pequeño nicho, a la altura y cerca del comienzo de la fisura conocida como “La
Cicatriz” donde
se hacía reunión, ya en el canto del espolón.
Atacó
Rodolfo el largo que es verdaderamente “muy Riglero” y llegó a la reunión sin
problemas, pero al ser una travesía sobre una pared redondeada, nos llevó mucho
tiempo pasar el petate a la reunión, pues rozaba mucho. Escalé la travesía y me
reuní con Rodolfo. Me dolía un poco la pierna porque se había enfriado, así es
que decidimos dar por terminada ésta “batalla” pero no la “guerra”, pues pensábamos volver tan pronto como pudiésemos.
En el
pueblo habían visto mi caída, y como pensaban que podría haberme herido, la
señora María nos preparó en una habitación, una cama para el accidentado.
Afortunadamente no hizo falta. Volvimos a su casa y al rato de llegar, Rodolfo
se tumbó en dicha cama (la del “muerto” la llamábamos), y poco después entró la
señora María y al encontrarle tumbado exclamó: -¡pues no te jode el “Rubio
Malpelo” (así le llamaba siempre que le regañaba), que entro a la habitación y
le encuentro largo y tendido con sus cojonazos!
Santiago Hernández
Santiago en la Norte del Puro, con Rodolfo. 4ª Ascensión, 1974 o 75.
HABLANDO DEL GALLINERO
Mayo de 1978. Diedro de la Avalancha
Justo a la izquierda del esbelto espolón se alza el formidable "Tridente de Cotatuero". Aquella pared me llamó la atención con ocasión de una repetición a la "Anglada-Cerdá" del Gallinero. Al primer intento con Francisco Almenar, "Royo", y Pascual Sisamón, no pudo ser. Yo estaba en la mili y tuvimos que bajarnos tras subir un centenar de metros. Volví quince días más tarde con Javier Escanero y resolvimos aquel precioso "Diedro de la Avalancha", noble y atlético, en Vº y V sup. Le pusimos ese nombre por una hermosa colección de bloques que cayeron de lo alto. Por suerte estábamos bajo un techo, en una reunión sobre estribos. Si llega a caer cuando estábamos en la base encordándonos ¡nos liquida!
DESDE RUSIA RECIBIMOS UN MENSAJE DE AFECTO DE NUESTRO COMPAÑERO RODOLFO ASSAS
Querido Amigo Jesús.
Ha sido para
mí una sorpresa el volver a saber de ti. Después de todos los años pasados veo
que has formado una familia y te felicito por ello. Hoy en día es algo raro ser
como Dios manda. Como te dije te remito unas palabras para tu blog y homenaje a
Rabada y Navarro.
Cuando
comencé a conocer la personalidad de aquella cordada, dirigida por Alberto
(Edil), una especie de nombre que quiere decir recto, directo quede totalmente
fascinado por su espíritu de pionero, en dirigir su mirada a las paredes más
insólitas y bonitas de España, siempre estaba dispuesto a conocer más de sus
vidas de sus aventuras, recorrer sus escaladas, ver los sitios que ellos vieron,
andar por los caminos esforzados que ellos anduvieron, sus itinerarios con
esas travesías tan peculiares de los geniales escaladores que fueron.
Aprendieron en los Mallos de Riglos, fueron gentes sin complejo ante la
verticalidad, siempre lógicos en sus trazados. En aquel tiempo solo tuve un
pesar no haberles conocido en persona, pero en sus escaladas estaba aún presente
algo de ellos, sus clavos, sus pasos, la soledades de aquellas fisuras, la
grandeza de las cumbres que escalaron juntos hablan mejor que nadie de los
mejores escaladores que ha dado España, Alberto Rabada y Ernesto Navarro. Pienso
que hoy en día no se pueden entender los sentimientos que nos hacían escalar
como escalábamos y en la forma que lo hacíamos. Yo conocí esas generaciones de
escaladores natos formados por sus sueños, lejos de los gimnasios y la
sofisticación con manos duras y arañadas, vestimentas sencillas y gastadas,
cuerdas llenas del aroma a piedra, allí donde se encuentra esto siempre estarán
Rabada y Navarro. Un saludo muy grande a mis entrañables compañeros y amigos los
escaladores maños, os quiero y recuerdo.
Rodolfo de Assas.