Homenaje a los escaladores Alberto Rabadá y Ernesto Navarro, en el cincuenta aniversario de su muerte en la cara norte del Eiger.

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viernes, 27 de abril de 2012

ESCALADAS EN LOS SETENTA: LA CORDADA RODOLFO - SANTIAGO

Por Santiago Hernández. (Cara este del Pájaro, 1972)





Rodolfo Assas. (Norte de Dos Torres, 1973)



La Pedriza

   Hacia el otoño de 1972, hacía como unos seis meses que había comenzado a salir a escalar de forma continua durante los fines de semana, principalmente a la Pedriza. En aquéllas fechas, los fines de semana eran de un día o día y medio como mucho.
   En mi caso como en la casi totalidad de mis amigos, habíamos comenzado a escalar por nuestra cuenta y riesgo, la mayoría de las veces con compañeros que estaban tan verdes como nosotros y después, en contacto con montañeros con mas experiencia, poco a poco fuimos “cogiendo oficio”.

    Uno de los buenos amigos con quien por aquéllas fechas estaba escalando de forma habitual y del que aprendí mucho, era Fernando de la Rosa “Bódons”. Ése mismo otoño, un sábado por la mañana se fue a escalar al risco del Pájaro en La Pedriza con un grupo de amigos y como yo no podía ir antes, quedamos en el vivac del Tolmete por la tarde-noche de ése mismo día para hacer, en el Pájaro, una escalada nocturna. Cuando llegué al vivac ya estaba anocheciendo. Me contó que se habían metido en la Vikinga del Pájaro (mas tarde vía Loquillo),  y que se había caído yendo de primero a la salida del segundo techo con lo cual, se le habían quitado las ganas de “nocturnas”. Me sugirió entonces que quizás alguno de sus amigos que estaban dentro del vivac, quisiera acompañarme en la escalada.

   La entrada al vivac estaba muy oscura, no se veía casi nada y yo, que para esas fechas era bastante intrépido, ni corto ni perezoso dirijo la voz a la entrada del vivac y pregunto si alguien se apunta, a una nocturna a la Este del Pájaro (o Pedro Ramos). De la oscuridad del vivac salió un chico muy joven a la vez que decía: ¡yo me apunto! Su aspecto era desgarbado, un poco alto y delgado, con el pelo rubio y liso y con gafas grandes de miope, que lo era. Con los brazos largos y las manos grandes, era el tipo de escalador que Fernando Orús, nuestro amigo de Zaragoza solía definir como un “hombre-mono”. Diez  minutos después de conocernos, nos encontrábamos de camino hacia la Este con las frontales en marcha. Su nombre era Rodolfo Assas.
    Para esa época Rodolfo era un adolescente de catorce años y medio, y llevaba escalando un año o más. Un día fui a su casa en Cuatro Caminos y me enseñó el croquis del Espolón Este del Gallinero, de la vía de Rabadá y Navarro. Era una hoja y tenía dibujado, por él mismo, un itinerario a la izquierda de la vía de R/N. por todo el Pilar del Cotatuero. Es decir, lo que posteriormente sería la Zaratustra. El año anterior había abierto una vía en el Hueso (Pedriza) con su amigo y compañero Toni, con el que por esas fechas solía  escalar.
   Hicimos la vía sin ningún problema y la verdad es que desde el principio nos
compenetramos y congeniamos muy bien. A partir de aquí comenzamos a escalar juntos casi todos los fines de semana. Intensificamos las salidas a los Galayos gracias al microbús escolar de Goyo, un señor de Guisando que vivía en Carabanchel y que durante muchos años, estuvo llevando escaladores todos los fines de semana a la plataforma del Nogal del Barranco, para subir a los Galayos y con frecuencia iba tan lleno, que mas de una vez se habilitaba el pasillo con sillas plegables para viajar. La verdad es que durante ése periodo, había muy buen ambiente en los Galayos. Durante ese invierno, conocimos a José A. López de Castro “El Químico”, entre otros amigos, ya  con mucha más experiencia que nosotros. Tanto Rodolfo como Paco Aguado  “El Calavera” y yo, recibimos un aprendizaje de la montaña invernal muy bueno. (Esos años nevó, al menos, lo suficiente).


1973, cara oeste del Naranjo de Bulnes.

 
Primeras Aperturas

 La Cara Norte de Dos Torres (La Pedriza) 1973 

   Durante todo éste año del 73 vamos a desarrollar una actividad muy intensa. El 14 de mayo, después de dos intentos acabamos la vía en la Cara Norte de la Cima Oeste de Dos Torres en La Pedriza, a la que bautizamos como vía Rodolfo-Santiago. (El nombre de la vía es consecuencia de nuestra ilusión y deseo juvenil, de imitar a nuestros ídolos de la escalada de dificultad en nuestro país: los zaragozanos Alberto Rabadá y Ernesto Navarro). Ésta vía se ha actualizado en 2008, y ha quedado como una de las mejores vías de fisura de manos, de La Pedriza.

    Historia y croquis actual en: wwwvíaclasica.com (norte dos torres, vía rodolfo-santiago)

   Muy poco tiempo después, seguramente en el mismo mes de mayo, abrimos una vía en la corta pero vertical Cara Este del Pajarito en La Pedriza. También la llamamos Rodolfo-Santiago. Recuerdo muy bien que abriendo la vía, cuando estaba intentando recuperar un clavo que se resistía, cerca de mi en la Sur Clásica, apareció Jose Ángel Lucas y  al verme me aconsejó que lo intentara con una cinta plana al ojal del clavo y el otro extremo, a la cabeza de la maza para dar tirones con el mango. Fue un buen consejo y desde entonces no he conocido otra forma mejor.

   Al mes siguiente, José Ángel junto con Fernando Villa “Píviu”, hicieron la Walker en las Grandes Jorasses y a la bajada, tuvieron un accidente en el que murió José Ángel. Era un brillante escalador, había coincidido con él alguna vez en Galayos, pero no tuve la ocasión de tratarle mucho.

 
Los Galayos de Gredos

La Cara Oeste del Capuchino, Vía Rodolfo-Santiago. 1973

   Durante ésta primavera, escalamos juntos muchas de las grandes vías de dificultad de los Galayos y así, durante el mes de junio sin ninguna información porque no la había, nos acercamos a la base de la cara oeste del Capuchino con la intención de escalarla, pues su pared nos parecía interesante y teníamos la esperanza de que aquello estuviera sin tocar.

    Dimos con la entrada a la vía a base de meternos en todos los charcos, pues la fisura de entrada y mucho menos el diedro, sólo se ven cuando estas completamente debajo, en su vertical. Íbamos escasos de material y por ésa razón, tuve que hacer la primera reunión muy cerca del suelo, en un pequeño nicho bajo el diedro. Rodolfo atacó el diedro y todo fue muy bien hasta que se quedó sin material, al final de él, donde hay que hacer una travesía en placa a la derecha bajo un pequeño techo inclinado.

   Éramos todavía unos pardillos y ¡anda que no nos quedaba todavía por aprender! Así, al final del diedro tuvo que improvisar una reunión, con dos tacos de madera como único seguro. Cuando llegué y lo vi casi me da algo. Reforzamos la reunión y acabó Rodolfo el resto del largo,  que es la difícil travesía que llega a una buena cornisa donde montó la reunión con unos pitones. Seguimos por una placa compacta por encima del techito a nuestra izquierda, no muy difícil pero sin ningún seguro; la placa tumba y muere en una estrecha grieta-rampa donde hicimos reunión. Ya era tarde. Para seguir la vía teníamos que descender en diagonal a la izquierda, para coger el Diedro Verdoso del centro de la pared, en la zona media-alta. Decidimos escapar por la grieta-rampa que, de forma ascendente, continúa por nuestra derecha  hasta ponerse totalmente vertical, al coronar el hombro en el espolón suroeste. Primero libre, y al final, artificial de pitones, duro y difícil. No vimos huellas de que alguien hubiera pasado por allí.
 
   Volvimos sobre el 15 de junio, ésta vez con “El Químico”, y con algo mas de material. Entramos a la vía desde abajo claro, y llegado al punto anterior ganamos un nicho bajo el Diedro Verdoso, donde hicimos reunión. Subió Rodolfo de primero y después del primer tramo que es vertical y algo delicado, hay un pequeño desplome fisurado donde se dejó los dos estribos que llevaba y salió en libre, ya por todo el diedro. De pronto nos comunica que hay un clavo en el diedro. ¡Que putada! Bueno, qué se le va a hacer, al menos hasta poco antes de ésta “reu” el terreno es virgen y si lo de arriba mola, pues guay. Al final del diedro, en una repisa grande, hizo la reunión. Subí yo y detrás de mí, “El Químico”.

   Actualmente, el primer largo de ésta vía, es decir la fisura y el diedro con su travesía, aún siendo también difícil, destaca mas por la excelente calidad de la roca y por su belleza; el largo de arriba, el Diedro Verdoso, siendo un largo también muy bonito, destaca mas sin embargo, por lo mantenido de su dificultad.

   Pues bien, Rodolfo, al dejarse los estribos al inicio del diedro, subió sin ellos el resto del largo y aunque es posible que se agarrase a algún seguro, me acuerdo perfectamente que no sólo no cosió el largo a seguros, sino que yo, de segundo y con las botas duras de cuero (como todo el mundo entonces), tuve que emplearme a fondo para escalar el largo dignamente.
 
   “El Químico”, nuestro maestro de alpinismo, era un personaje admirable. Por esos años, entre otros sitios, iría al Pucahirca Central, en los Andes y estuvieron a punto de hacer o hicieron, la 2ª ascensión a ésta, muy difícil montaña de unos 6000m. También estuvieron en el Dénali, en el Espolón Cassin y aunque no pudieron hacer cima, la vía la hicieron completa. Una actividad muy puntera y ambiciosa para ésas fechas en nuestro país.
   Bueno pues el caso es que escalando en roca, era al contrario; no lo vio muy claro y en una o dos ocasiones, entre clavo y clavo, metió algún pitón para progresar….en estribos, claro. Nos lo pasamos muy bien Rodolfo y yo metiéndonos con él.

  Mas tarde, nos enteramos de que el Diedro Verdoso lo habían escalado dos años antes Jesús Tecedor y C. Muñoz Repiso, y de su reunión superior, salieron a la derecha por un escape sencillo que tiene. Habían entrado a la pared a la izquierda de donde lo hicimos nosotros, por una zona menos interesante, hasta alcanzar la base de dicho diedro. Era el 19 de septiembre de 1971.

    Después nos enteramos que ésa misma primavera, apenas un mes antes que nosotros, el 13 de mayo, habían estado Antonio Cabrero, Fernando Villa “Píviu”, y José Ángel Lucas en ésta pared. Entraron por donde Tecedor y Repiso y en la reunión de arriba del Diedro Verdoso, se metieron a la izda por una corta, aérea y difícil placa, luego un diedro y después directo a la cima por una placa sencilla, pero aérea. De ésta forma, ellos aportaron a la vía un largo precioso y que “hay que escalarlo”. Quedando  así una vía que en su grado, es de las más bonitas del Galayar.

    Con la apertura de los dos largos de la entrada por parte de la cordada Rodolfo y Santiago, se completó dicho itinerario y, a semejanza de cómo ocurriera en la vía Gerardo-Rafa de la Torre Amezúa entre otras, a ésta vía se la llama desde entonces vía Rodolfo-Santiago, si bien está claro, que fuimos tres cordadas distintas quienes configuramos ésta bella escalada.
 Riglos 1974.
Monolito en recuerdo de Rabadá y Navarro.

 Con Ramón Soguero. Cumbre de la Aguja Roja, 1974.












8 comentarios:

  1. ¡Menudos comienzos!
    El Soguero no tendría ni diez y ocho años.
    Magnífico relato.

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    1. Gracias Jesús.
      Ya me gustaría saludar a Soguero
      después de tanto tiempo.

      Santiago Hdez.

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  2. Hago un esfuerzo de memória para tratar de recordaros a toda una banda de chavales, "los madriles", que de forma insistente atacábais las vías más difíciles de Riglos. Yo era un zagal de 16 ó 17 años que empezaba a escalar en la zona. A muchos de vosotros os conocí en mi casa cuando , de paso por Zaragoza, acudiais a ver a mi "brother" Jesús. Recuerdo a Guirles, a tí, Santiago, a fernando Cobos, Pedrito, Pepe, a un tal "morros", ( nunca he sabido su nombre de pila) Jesus Galvez, Musgaño, etc. Menuda cuadrilla.Algunos de vosotros erais muy buenos escaladores y nosotros, novatos que empezábamos a movernos por Riglos sentíamos cierta mezcla de admiración y envidia. No sé si me recuerdas pero en cualquier caso, si acudes al homenaje, espero soludarte.

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    1. Desde luego que te recuerdo Quique,aunque ha pasado tanto tiempo...
      Espero vernos pronto, ¿Quizás en Riglos?

      Santiago.

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  3. Por si alguien no lo sabía, para ampliar las fotos basta con hacer "click" encima. Es innegable que los escaladores de Riglos y los madrileños se hicieron muy buenos amigos.

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    1. Rodolfo, (varios años menor que yo) y yo mismo, aparecimos por Riglos con un respeto y una admiración absoluta, casi devocional. Tanto por la magia de los Mallos como por Rabadá y Navarro y luego, por las personas que pertenecían a su generación y las siguientes, cuando os fuimos conociendo. Con lo cual, no lo teníamos muy difícil.

      Santiago Hernández

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  4. Después de hacer La Carnavales aparecimos nosotros, Ricardo y yo, Jesús, dormíamos en la casa del cartero de Riglos, vosotros queríais intentar la primera repetición a la Rabada-Navarro de Fire. Qué tiempos.

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  5. Después de hacer La Carnavalada aparecimos nosotros, Ricardo y yo, Jesús, dormíamos en la casa del cartero de Riglos, vosotros queríais intentar la primera repetición a la Rabada-Navarro de Fire. Qué tiempos.

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