Homenaje a los escaladores Alberto Rabadá y Ernesto Navarro, en el cincuenta aniversario de su muerte en la cara norte del Eiger.

LA ASISTENCIA AL HOMENAJE ES LIBRE Y NO HAY NINGÚN INCONVENIENTE EN QUE, QUIEN LO DESÉE, PUEDA CENAR CON SUS PROPIOS ALIMENTOS AUNQUE PARA HACERLO EN EL CATERING DEL PABELLÓN ES IMPRESCINDIBLE LA RESERVA CON 25 EUROS.

¡NO FALTEIS, OS ESPERAMOS EN MEZALOCHA!



domingo, 24 de febrero de 2013

CARA NORTE DEL PICO DEL ÁGUILA. CIRCO DE RIOSETA.

A la izquierda el puntiagudo pico del Águila. Al fondo, nevado, el pico de los Lecherines.
Pico del Águila (Rioseta), ruta de la cara norte.




3.05. Primera escalada a la cara Norte del pico del Águila de Rioseta
José Antonio Bescós San Martín (Escalada realizada entre los años 1957-1959)
Anuario de Montañeros de Aragón 1998-1999, 1999

¡Más sopa! Eso es lo que han pedido los de la habitación de al lado. ¡Pues nosotros también! Este diálogo se desarrollaba ante el asombro de la camarera que, en Casa Marraco de Canfranc Estación, pugnaba desde hacía bastante rato por ayudarnos a trasegar desde las cocinas, todos los víveres calientes disponibles hasta las camas de nuestras habitaciones, constituidas en anexo pantagruélico del restaurante.
El asombro de nuestra gentil servidora, posiblemente estaba justificado, pues desde la aparición en el Hotel alrededor de las 11 de la mañana de un día frío y lluvioso del mes de octubre, de sus cuatro clientes completamente empapados y ateridos, y que ahora engullían sin respirar todo lo que les presentaba en las camas-restaurante, arropados con multitud de mantas y caloríferos, no era el cuadro más habitual entre la clientela del Hotel.
Lógicamente, este cuadro no estaba causado por algún tipo de pereza que nos inclinaba a comer en la cama, sino simplemente porque toda nuestra ropa estaba secándose en la lavandería del Hotel, mientras nosotros nos recuperábamos de la grave hipotermia que arrastrábamos, con baños interiores como los descritos, más los externos que habíamos practicado en las bañeras, hasta alcanzar el saludable tono rojo-cangrejo que, en estos momentos, certificaba que estábamos en el camino correcto de nuestra recuperación, especialmente si conseguíamos que el flujo de fluidos alimenticios desde las cocinas no se interrumpiese.
Sería fatuo y vano por nuestra parte, presumir de que hubiésemos agotado las existencias culinarias de Casa Marraco, pero un buen bocado (nunca mejor dicho) sí que les dimos, durando todo ello hasta que nuestro vestuario estuvo listo para reemprender la marcha de vuelta a Zaragoza.
Y así terminó el tercer intento de escalada a la cara norte del pico del Águila de Rioseta.
Este comienzo anticronológico del relato de escalada, pretende presentar la historia de la misma, tal como se produjo durante los seis intentos a lo largo 
de casi tres años.
Dicho comienzo representaba el tercer intento de escalada de la pared, y se iniciaba la jornada anterior de madrugada con un tiempo espléndido.
El tercio inferior de la pared no supuso grandes problemas, pues ya era conocido por nosotros, y conseguimos superarlo con tiempo suficiente para rebasar la gran cornisa herbosa, y hacer dos largos de cuerda bastante difíciles por encima de ella, en dirección a unos diedros, en los que suponíamos podríamos vivaquear confortablemente. De repente, oscureció, y no por lo avanzado de la hora, sino por la tormenta que, de improviso, echó por tierra nuestras ilusiones de vivac confortable, a la vez que nos dejó totalmente empapados y en la negrura más absoluta. Y, como las desgracias nunca vienen solas –quizá para confirmar la teoría de Alberto Rabadá, de que cuanto peor, mejor–, al finalizar el recio chaparrón, la tapadera de nubes decidió quedarse de temporal, para hacernos compañía con una ligera llovizna y amenizarnos la velada que, dada la situación en que nos habíamos quedado, podría haber resultado aburrida.


Rabadá, que en el momento de la ducha iba en cabeza, se quedó sobre dos estribos, en la travesía de una placa lisa a la entrada de los diedros que veíamos. Nanín, que le aseguraba a unos quince metros en la reunión anterior, también estaba sobre estribos, sin una sola roca plana a su alrededor donde acomodarse. Yo, que encabezaba la segunda cordada, estaba unos veinte metros por debajo de Nanín, en el mejor lugar de todos, pues podía semi-sentarme sobre un cepellón de hierba que crecía en el fondo del diedro, y, al final, Montaner que, unos diez metros debajo de mí, podía colocar alternativamente los pies en un matojo de hierbas y en un estribo. Para aumentar mi sensación de culpabilidad por disponer del vivac más confortable, tenía, además, en la reunión, la mochila con los víveres, por lo que fui el único que cenó, limitándose los otros a escarbarse en los bolsillos, consiguiendo algunas almendras y pasas, aderezadas con la clásica borra bolsillera.
¿Qué tal estás tú? ¿Y tú? ¡Yo, bien! ¡Yo, también! ¿Os mojáis? ¡Sí! ¡Yo, también! ¡Qué frío hace! ¡Aquí, también! ¿Habéis comido algo? ¡Casi nada! ¡Yo, tampoco! Realmente ésta era una mentira piadosa, pero es que consideré, caritativamente, que no se debe escarbar en las heridas del prójimo, sobre todo, en previsión de la feroz venganza posterior. Así, toda la noche. Y, si consideramos esta como la del loro, la madrugada se presentó tan amena como la filmación de Titanic, pero sin iceberg.
Con las primeras luces del día y con un frío helador, comenzamos los preparativos del descenso, pero, como estábamos las dos cordadas situadas en diagonal, y con alguno de los largos que nos separaban extraplomados, la cosa no era tan fácil como hacer un bonito y sencillo rápel, viéndonos obligados a organizar todos los tenderetes imaginables para hacer llegar a Rabadá y Nanín hasta mi reunión, y, con sus cuerdas montar un rápel volado hasta las fajas herbosas debajo de nosotros.
Como en mi vivac no había sitio para dos, el cambio de una cordada a otra lo hicimos sobre estribos, y, al recibir sucesivamente a Nanín y Rabadá para colocarles el rápel y continuar el descenso, su desastroso aspecto me trajo a la memoria el rostro de los supervivientes del famoso cuadro del naufragio del Medusa.
Tras su paso por mi dormitorio, hicimos llegar las cuerdas de rápel a Montaner, consiguiendo, por fin, reunirnos todos en la faja herbosa, por la que proseguimos la escapatoria como zombis, y, así, entre tiritonas, hasta las bañeras de agua caliente de Casa Marraco, nuestro puerto de salvación.
La hermosa pared norte del Águila ya había llamado nuestra atención desde años atrás, pues, cada vez que pasábamos por Rioseta hacia Candanchú, el vecino Aspe o Canal Roya, no podíamos menos que imaginar una vía de escalada directa desde el centro de su base hasta la puntiaguda cima. Así que, con estas ilusiones y aprovechando una ascensión al Collarada con dos venerables franciscanos de un convento de Jaca (os recuerdo que corría el año 1957, y estas expediciones mayores al Pirineo no eran cosa de desaprovecharlas), al descenso del pico nos dirigimos Rafael Montaner y un servidor hacia Rioseta, y allí, de la mano de unas anginas de caballo que atacaron a Rafael, finalizó el primer intento al Águila.
El segundo intento, ya se podría seriamente llamar así, aunque no consiguió mayor éxito que el anterior, porque, aun a pesar de que nos reunimos todo el grupo (Rabadá, Montaner, Nanín, Pepe Díaz y yo) al pie de la pared, en el primer largo de cuerda por una chimenea extraplomada, la cordada de ataque consiguió agotar casi todo el material que traíamos, así como una buena parte del día, en vista de lo cual, y sin haber llegado a arrancar del suelo la segunda cordada, los primeros, tras un rápel de sesenta metros, dieron el segundo intento por finalizado el mes de septiembre de 1958.
Del tercero, ya habéis visto aquí arriba el resultado. El mes de junio de 1959, arrancamos el cuarto intento, henchidos de ardor montañero y un poco más de realismo, consiguiendo superar con rapidez la chimenea extraplomada y varios largos que nos situaron casi en la faja herbosa central; pero, como todo no iba a ser tan fácil, cuando izábamos el petate con el material y víveres, se desenganchó de la cuerda sabiamente atada por Rabadá y efectuó un bonito salto de más de cien metros.
Yo, lógicamente, debería en aquel momento estar compungido, pero, a la vista del surtidor de latas, sacos de dormir, clavijas, panes, etcétera, que surgió del petate al reventar entre las piedras al pie de la pared y desparramarse por la glera, fui presa de un ataque de risa que encendió, aún más si cabe, las iras del personal.
Como no era cuestión de continuar con estas carencias, tras alcanzar la faja de hierba y siendo ya conocedores del sistema de escape, dimos por finalizado el intento.

Y vuelta a empezar. A principios de agosto de ese mismo año, tras conseguir reunirnos todo el grupo en Canfranc, procedentes de diversos lugares del Pirineo, nuevamente el quinto intento no pasó del papel, pues, enzarzados toda la noche en una feroz discusión entre los partidarios de hacer la escalada entera o de hacerla comenzando en la faja de escape, no hubo manera de ponerse de acuerdo, y salimos todos zumbando a continuar nuestras vacaciones.
Y, por fin, como dicen en los casinos, rien ne va plus: conseguimos arrancar el sexto y definitivo intento a finales de agosto de 1959. Esta vez, con la experiencia acumulada, decidimos vivaquear al pie de la pared, para poder iniciar la escalada con las primeras luces, llegando así al final del día al lugar de vivac, sobre el punto más alto alcanzado en el intento-naufragio. Al día siguiente, atacamos los diedros superiores de engañoso aspecto facilón, hasta situarnos bajo el gran techo que hace de tapadera del diedro hacia la cúspide, franqueándolo por la izquierda con abundantes estribos, hasta una pequeña chimenea que nos condujo a la cima. ¡Por fin!
Tras este relato, y para solventar las dudas que las nuevas generaciones montañeras pudieseis tener sobre la capacidad de vuestros mayores, os puedo jurar solemnemente que hubo alguna primera escalada que la hicimos, de verdad, a la primera.




¡Jodo, seis intentos! ¡No me extraña!
En 1973 yo era un chaval de 17 años y con otro principiante, Jaime Laguna, que semanas más tarde sufriría una terrible caida en la norte del Puro, nos metimos alegres y confiados, dispuestos a conseguir la primera repetición de la norte del Águila. Nuestro plan era vivaquear al pie de la pared, escalar muy deprisa hasta la cumbre y bajar corriendo a coger el tren que salía de Canfranc sobre las cinco de la tarde.
Vamos, ni de coña. Armado con bastantes hierros y unos tacos de madera me encaramé de primero por una fisura lisa y extraplomada en roca compacta, quebradíza a trozos y muy mala de clavar. Serían las ocho de la mañana de un domingo del final del verano. Varias horas más tarde todavía no había conseguido llegar a lo que aparentaba ser la primera reunión, a unos 30 metros de altura. Jaime abajo se aburría y bostezaba.
Chico, esto está más jodido de lo que me esperaba. Vamos a bajarnos que se nos va a escapar el tren. De acuerdo Jesús, accedió el siempre cordial Jaime.
Y ese fue mi primer y único intento a la norte del Águila, una escalada extrema desde el principio hasta el final. 

Jesús Vallés (perro de roca)






SALVAR RIOSETA. LA HORA DE LA MOVILIZACIÓN. MEDIO MILLÓN DE METROS CÚBICOS DE ESCOMBROS.

En 1990 el Ministerio de Fomento pretendía ubicar medio millón de metros cúbicos de escombros, procedentes de la excavación del tunel carretero de Somport en el circo de Rioseta. Era la opción más fácil, y la más barata. ¡Claro, como es monte público! 
 ¡Pero no les íbamos a dejar estropear el circo de Rioseta así de fácil!


Empecé a buscar ayuda y ese invierno organicé una acampada en el circo y una subida a la cumbre del Pico del Águila. Fue un éxito, ¡nos reunimos once personas!

Pero la cosa se fue animando y los Pirineos recibieron con esperanza la llegada de muchos y poderosos aliados de toda España. Había que buscar una solución para salvar el precioso circo de Rioseta del medio millón de metros cúbicos de escombros que le querían verter y de la construcción de una enorme estación de ventilación que lo desfiguraría para siempre. Gracias amigos, nos disteis mucha fuerza.
 Natural de Burgos, se involucró en la defensa de los Pirineos. ¡Gracias Isaac! Fuiste de los más activos.

 Hicímos juntos la "Quebrantahuesos". Luego lo llevé al Midi d´Ossau. Subió hasta arriba.



¡PASAMOS A LA ACCIÓN!
LA "TOMA" DE RIOSETA.

  En un "operativo" por sorpresa, un comando naturalista de unas ochenta personas ocupamos el campamento militar de Rioseta rebasando la línea de camiones que lo custodiaba. Viendose superado el capitán al mando decidió "rendirse" inmediatamente, "pasándose" a nuestras filas y expresandonos su apoyo a la revindicación de preservar el Circo de Rioseta.
¡Ole por el Ejército Español!

Una foto historica, sin duda. Muchos conservacionistas se movilizaron por el circo de Rioseta.



   OTOÑO DEL 92. ACAMPADA REVINDICATIVA Y ASCENSIÓN AL PICO DEL ÁGUILA. ACCIDENTE. SUSTO TERRIBLE QUE AL FINAL NO FUE PARA TANTO.

Un frio domingo de otoño un centenar de conservacionistas acudimos a  una nueva concentración contra el proyecto de los escombros y el edificio de ventilación. Subiendo al pico se desprendió una piedra enorme, afilada como una laja e hirió a un jovencito de Castellón, montañero y conservacionista, que cayó fulminado. Mientras el grupo más numeroso alcanzaba la cumbre yo me quedé abrigando al herido. Cuando el helicóptero de rescate se lo llevó al hospital de Jaca yo rompí a llorar sintiendome responsable del accidente por haber escogido una subida directa por la gran pedrera del fondo del circo. Pero pronto llegaron buenas notícias: ¡¡¡Sólo había perdido un diente!!! y los que presenciaron el accidente me aseguraron que la laja era tan grande y bajaba rodando a tanta velocidad que hubiera decapitado a Jordi Colom Montfort.
El delegado del gobierno en Huesca me recriminó públicamente en un comunicado de prensa y no fui capaz de responder. Unos meses más tarde sentí la necesidad de coger mi bicicleta y viajar desde Sabiñánigo hasta Villafranca del Cid (Castellón). Tenía que visitar a Jordi y darle una buena notícia:
El Ministerio de Fomento había decidido ubicar los escombros de la excavación en unos terrenos de Villanúa, y respecto al edificio de ventilación, habían optado por una solución mucho menos impactante. La estación de ventilación se construiría subterránea y únicamente sobresaldría la chimenea de extracción de gases. ¡Lo habíamos conseguido!

No conseguí escalar la cara norte pero eso no me produce ninguna tristeza. Allí está el circo de Rioseta, hermoso y salvaje como siempre. El buitre quebrantahuesos sigue en su nido, en una cueva profunda de la cara norte del Pico del Águila. 






CLUB MONTAÑA PIRINEOS, UNA CHARLA-PROYECCIÓN IMPRESCINDIBLE



Cualquiera que se haya asomado un poco a los Pirineos en los últimos días se percatará que se dan todas las condiciones ambientales y de innivación para que esta primavera se desencadenen avalanchas por todas partes, y ¡pobrecíto del que lo pillen debajo! El mecanismo es pura física, el sol va calentando paredes e islotes rocosos que son buenos conductores térmicos con lo que enormes placas de nieve que pueden pesar cientos de toneladas se van "soltando" de sus "anclajes"  hasta que pierden la sustentación. La fuerza de la gravedad hará el resto.
Seguro que esta proyección recibe una masiva preferencia por los montañeros zaragozanos y desde este modesto blog felicitamos al club de montaña PIRINEOS que continuamente nos sorprende con sus actividades deportivas, de formación y culturales. Sabeis chicos del PIRINEOS, sois una gente con muy buen rollo, muy creativos, activos e inquietos, ¡me gusta!


TAMBIEN SE DEBATE SOBRE LOS ALUDES EN EL CLUB PEÑA GUARA
Conferencia a cargo de Rocío Hurtado, del centro de prevención de aludes "A Lurte" (Canfranc).

Charla el jueves, 28 de febrero, a las 20:15 en el salón de actos del club Peña Guara (Huesca)
2 charlas:
Interpretación de Boletín de Peligro de Aludes

Falsos mitos en la montaña invernal



El próximo jueves 28, a las 20:15h, en el local del club, tendrá lugar una charla coloquio sobre interpretación de BPA’s, (Boletines de Peligro de Aludes) y falsos mitos establecidos sobre los aludes de nieve.

La charla será desarrollada por Rocío Hurtado Roa, ingeniera de montes, miembro colaboradora de ALURTE y esquiadora de montaña.

La tertulia está enfocada a aquellas personas que practican actividades en terrenos nevados, alpinistas, practicantes de raquetas de nieve y principalmente esquiadores de montaña.

Se admitirá asistencia hasta completar el aforo del salón de actos.
Salud,
Antonio Gros







TODAVÍA MÁS NIEVE AÚN. NADA QUE HACER SIN ESQUIS O RAQUETAS. MONTE GÜÉ 1.600 m.
Hacía muchos años que no salía de mi casa con las raquetas puestas ¡espesores formidables!
Cojo a la perra y nos vamos a este monte al norte de Sabiñánigo ¡Hay que entrenar!
Camino de las huertas de Aurín.

Senda en el pinar.

 Nos ha costado cuatro horas llegar a la cima. ¡En la parte alta me hundía hasta la rodilla con las raquetas! Imposible para Panchita, la he tenido que subir en la mochila, ¡siete kilos ya pesa eh!
Es guapa la perrita ¿verdad?


Al este el monte Oturia.


En el descenso nos hemos encontrado a unos chicos de Biescas que subían con esquís.

Este invierno se presenta con un extremo riesgo de avalanchas. El piolet y los crampones sirven de muy poco. Tendremos paciencia a ver si se puede subir algún pico más alto.
   

¡MÁS DE 25.000 VISITAS!
En poco más de un año y a solo diez meses del homenaje en Mezalocha, este blog continúa animando a los escaladores y montañeros, y a todos los deportistas en general  a organizar actos, conferencias y seminarios para consolidar a Alberto Rabadá y Ernesto Navarro como valores fundamentales en la historia de la escalada en España.






AYUNTAMIENTO DE AÍSA. SOLICITUD DE UNA CALLE O PLAZA DEDICADA A RABADÁ Y NAVARRO.


SR. ALCALDE
SRS. CONCEJALES
AYUNTAMIENTO.
AÍSA
(HUESCA)

Asunto: SOLICITUD DEDICATORIA DE UNA CALLE O PLAZA A LOS ESCALADORES ARAGONESES ALBERTO RABADÁ Y ERNESTO NAVARRO EN EL 50 ANIVERSARIO DE SU MUERTE EN LA CARA NORTE DEL EIGER.

Se solicita al ayuntamiento la dedicatoria de una calle o plaza a estos dos escaladores aragoneses en el 50 aniversario de su muerte en la cara norte del Eiger (Suiza).
Alberto Rabadá y Ernesto Navarro murieron por agotamiento y congelación en el transcurso de su intento a la cara norte del Eiger (agosto de 1963) a la edad de 29 y 30 años.

Rabadá y Navarro son autores de una formidable colección de escaladas en Riglos, Picos de Europa y los Pirineos, destacando la cara oeste del Naranjo de Bulnes, la arista norte del Puro, el espolón del Firé y el espolón del Gallinero en Ordesa.
Las montañas del valle de Aísa fueron escenario de estupendas rutas muy populares:
La arista de los murciélagos al Aspe es una de las más famosas del Pirineo.
La vía “Edil” a la cara norte del Aspe les sirvió de entrenamiento para su intento al Eiger.
La cara norte del pico del Águila, en Rioseta, goza de un gran prestigio y reputación por su dificultad. Menos conocida es la escalada de la cara norte del pico Llena de la Garganta.

Por estas razones y en el marco de los actos de homenaje que diferentes colectivos de escaladores tienen previsto llevar a cabo durante el presente año estimamos muy oportuno el dedicar una calle o plaza a nuestra cordada aragonesa en Aísa o Candanchú si el ayuntamiento lo estima conveniente.

Gracias por su amable atención.

Jesús Vallés Gracia

Promotor y organizador del Homenaje a Rabadá y Navarro en el 50 aniversario de su muerte en la cara norte del Eiger.
c/ Sánchez Ventura nº 35
22600 Sabiñánigo (Huesca)
Teléfonos: 974 483272 y 606 077523
11 de febrero de 2013





BUENAS CONDICIONES EN SIERRA NEVADA. CORREDOR DEL ALHORÍ.




https://www.youtube.com/watch?v=M_Hxo-VySPM

Desde luego, qué movidosos son estos amiguetes alicantinos. En marzo suben para los Pirineos. ¿Qué tal el corredor del Serrato, y así estrenamos el nuevo refugio de Bachimaña?