Pico del Águila (Rioseta), ruta de la cara norte.
3.05. Primera
escalada a la cara Norte del pico del Águila de Rioseta
José
Antonio Bescós San Martín (Escalada realizada entre los años 1957-1959)
Anuario
de Montañeros de Aragón 1998-1999, 1999
¡Más sopa! Eso es lo que han pedido
los de la habitación de al lado. ¡Pues nosotros también! Este diálogo se
desarrollaba ante el asombro de la camarera que, en Casa Marraco de Canfranc
Estación, pugnaba desde hacía bastante rato por ayudarnos a trasegar desde las
cocinas, todos los víveres calientes disponibles hasta las camas de nuestras
habitaciones, constituidas en anexo pantagruélico del restaurante.
El asombro de nuestra gentil
servidora, posiblemente estaba justificado, pues desde la aparición en el Hotel
alrededor de las 11 de la mañana de un día frío y lluvioso del mes de octubre,
de sus cuatro clientes completamente empapados y ateridos, y que ahora
engullían sin respirar todo lo que les presentaba en las camas-restaurante,
arropados con multitud de mantas y caloríferos,
no era el cuadro más habitual entre la clientela del Hotel.
Lógicamente, este cuadro no estaba
causado por algún tipo de pereza que nos inclinaba a comer en la cama, sino
simplemente porque toda nuestra ropa estaba secándose en la lavandería del
Hotel, mientras nosotros nos recuperábamos de la grave hipotermia que
arrastrábamos, con baños interiores como los descritos, más los externos que
habíamos practicado en las bañeras, hasta alcanzar el saludable tono
rojo-cangrejo que, en estos momentos, certificaba que estábamos en el camino
correcto de nuestra recuperación, especialmente si conseguíamos que el flujo de
fluidos alimenticios desde las cocinas no se interrumpiese.
Sería fatuo y vano por nuestra
parte, presumir de que hubiésemos agotado las existencias culinarias de Casa Marraco,
pero un buen bocado (nunca mejor dicho) sí que les dimos, durando todo ello
hasta que nuestro vestuario estuvo listo para reemprender la marcha de vuelta a
Zaragoza.
Y así terminó el tercer intento de
escalada a la cara norte del pico del Águila de Rioseta.
Este
comienzo anticronológico del relato
de escalada, pretende presentar la historia de la misma, tal como se produjo
durante los seis intentos a lo largo de casi tres años.
Dicho comienzo representaba el
tercer intento de escalada de la pared, y se iniciaba la jornada anterior de
madrugada con un tiempo espléndido.
El tercio inferior de la pared no
supuso grandes problemas, pues ya era conocido por nosotros, y conseguimos
superarlo con tiempo suficiente para rebasar la gran cornisa herbosa, y hacer
dos largos de cuerda bastante difíciles por encima de ella, en dirección a unos
diedros, en los que suponíamos podríamos vivaquear confortablemente. De
repente, oscureció, y no por lo avanzado de la hora, sino por la tormenta que,
de improviso, echó por tierra nuestras ilusiones de vivac confortable, a la vez
que nos dejó totalmente empapados y en la negrura más absoluta. Y, como las
desgracias nunca vienen solas –quizá para confirmar la teoría de Alberto Rabadá,
de que cuanto peor, mejor–, al finalizar el recio chaparrón, la tapadera de
nubes decidió quedarse de temporal, para hacernos compañía con una ligera
llovizna y amenizarnos la velada que, dada la situación en que nos habíamos
quedado, podría haber resultado aburrida.
Rabadá, que en el momento de la
ducha iba en cabeza, se quedó sobre dos estribos, en la travesía de una placa
lisa a la entrada de los diedros que veíamos. Nanín, que le aseguraba a unos quince metros en la reunión
anterior, también estaba sobre estribos, sin una sola roca plana a su alrededor
donde acomodarse. Yo, que encabezaba la segunda cordada, estaba unos veinte
metros por debajo de Nanín, en el
mejor lugar de todos, pues podía semi-sentarme sobre un cepellón de hierba que
crecía en el fondo del diedro, y, al final, Montaner que, unos diez metros
debajo de mí, podía colocar alternativamente los pies en un matojo de hierbas y
en un estribo. Para aumentar mi sensación de culpabilidad por disponer del
vivac más confortable, tenía, además, en la reunión, la mochila con los
víveres, por lo que fui el único que cenó, limitándose los otros a escarbarse
en los bolsillos, consiguiendo algunas almendras y pasas, aderezadas con la
clásica borra bolsillera.
¿Qué tal estás tú? ¿Y tú? ¡Yo, bien!
¡Yo, también! ¿Os mojáis? ¡Sí! ¡Yo, también! ¡Qué frío hace! ¡Aquí, también!
¿Habéis comido algo? ¡Casi nada! ¡Yo, tampoco! Realmente ésta era una mentira
piadosa, pero es que consideré, caritativamente, que no se debe escarbar en las
heridas del prójimo, sobre todo, en previsión de la feroz venganza posterior.
Así, toda la noche. Y, si consideramos esta como la del loro, la madrugada se
presentó tan amena como la filmación de Titanic,
pero sin iceberg.
Con las primeras luces del día y con
un frío helador, comenzamos los preparativos del descenso, pero, como estábamos
las dos cordadas situadas en diagonal, y con alguno de los largos que nos
separaban extraplomados, la cosa no era tan fácil como hacer un bonito y
sencillo rápel, viéndonos obligados a organizar todos los tenderetes
imaginables para hacer llegar a Rabadá y Nanín
hasta mi reunión, y, con sus cuerdas montar un rápel volado hasta las fajas
herbosas debajo de nosotros.
Como en mi vivac no había sitio para
dos, el cambio de una cordada a otra lo hicimos sobre estribos, y, al recibir
sucesivamente a Nanín y Rabadá para
colocarles el rápel y continuar el descenso, su desastroso aspecto me trajo a
la memoria el rostro de los supervivientes del famoso cuadro del naufragio del
Medusa.
Tras su paso por mi dormitorio,
hicimos llegar las cuerdas de rápel a Montaner, consiguiendo, por fin,
reunirnos todos en la faja herbosa, por la que proseguimos la escapatoria como zombis, y, así, entre tiritonas, hasta
las bañeras de agua caliente de Casa Marraco, nuestro puerto de salvación.
La hermosa pared norte del Águila ya
había llamado nuestra atención desde años atrás, pues, cada vez que pasábamos
por Rioseta hacia Candanchú, el vecino Aspe o Canal Roya, no podíamos menos que
imaginar una vía de escalada directa desde el centro de su base hasta la
puntiaguda cima. Así que, con estas ilusiones y aprovechando una ascensión al
Collarada con dos venerables franciscanos de un convento de Jaca (os recuerdo
que corría el año 1957, y estas expediciones mayores al Pirineo no eran cosa de
desaprovecharlas), al descenso del pico nos dirigimos Rafael Montaner y un
servidor hacia Rioseta, y allí, de la mano de unas anginas de caballo que
atacaron a Rafael, finalizó el primer intento al Águila.
El segundo intento, ya se podría
seriamente llamar así, aunque no consiguió mayor éxito que el anterior, porque,
aun a pesar de que nos reunimos todo el grupo (Rabadá, Montaner, Nanín, Pepe Díaz y yo) al pie de la
pared, en el primer largo de cuerda por una chimenea extraplomada, la cordada
de ataque consiguió agotar casi todo el material que traíamos, así como una
buena parte del día, en vista de lo cual, y sin haber llegado a arrancar del
suelo la segunda cordada, los primeros, tras un rápel de sesenta metros, dieron
el segundo intento por finalizado el mes de septiembre de 1958.
Del tercero, ya habéis visto aquí
arriba el resultado. El mes de junio de 1959, arrancamos el cuarto intento,
henchidos de ardor montañero y un poco más de realismo, consiguiendo superar
con rapidez la chimenea extraplomada y varios largos que nos situaron casi en la
faja herbosa central; pero, como todo no iba a ser tan fácil, cuando izábamos
el petate con el material y víveres, se desenganchó de la cuerda sabiamente
atada por Rabadá y efectuó un bonito salto de más de cien metros.
Yo, lógicamente, debería en aquel momento
estar compungido, pero, a la vista del surtidor de latas, sacos de dormir,
clavijas, panes, etcétera, que surgió del petate al reventar entre las piedras
al pie de la pared y desparramarse por la glera,
fui presa de un ataque de risa que encendió, aún más si cabe, las iras del
personal.
Como no era cuestión de continuar
con estas carencias, tras alcanzar la faja de hierba y siendo ya conocedores
del sistema de escape, dimos por finalizado el intento.
Y vuelta a empezar. A principios de
agosto de ese mismo año, tras conseguir reunirnos todo el grupo en Canfranc,
procedentes de diversos lugares del Pirineo, nuevamente el quinto intento no
pasó del papel, pues, enzarzados toda la noche en una feroz discusión entre los
partidarios de hacer la escalada entera o de hacerla comenzando en la faja de
escape, no hubo manera de ponerse de acuerdo, y salimos todos zumbando a
continuar nuestras vacaciones.
Y, por fin, como dicen en los
casinos, rien ne va plus: conseguimos
arrancar el sexto y definitivo intento a finales de agosto de 1959. Esta vez,
con la experiencia acumulada, decidimos vivaquear al pie de la pared, para
poder iniciar la escalada con las primeras luces, llegando así al final del día
al lugar de vivac, sobre el punto más alto alcanzado en el intento-naufragio.
Al día siguiente, atacamos los diedros superiores de engañoso aspecto facilón,
hasta situarnos bajo el gran techo que hace de tapadera del diedro hacia la
cúspide, franqueándolo por la izquierda con abundantes estribos, hasta una
pequeña chimenea que nos condujo a la cima. ¡Por fin!
Tras este relato, y para solventar
las dudas que las nuevas generaciones montañeras pudieseis tener sobre la
capacidad de vuestros mayores, os puedo jurar solemnemente que hubo alguna primera escalada que la hicimos, de
verdad, a la primera.
¡Jodo, seis intentos! ¡No me extraña!
En 1973 yo era un chaval de 17 años y con otro principiante, Jaime Laguna, que semanas más tarde sufriría una terrible caida en la norte del Puro, nos metimos alegres y confiados, dispuestos a conseguir la primera repetición de la norte del Águila. Nuestro plan era vivaquear al pie de la pared, escalar muy deprisa hasta la cumbre y bajar corriendo a coger el tren que salía de Canfranc sobre las cinco de la tarde.
Vamos, ni de coña. Armado con bastantes hierros y unos tacos de madera me encaramé de primero por una fisura lisa y extraplomada en roca compacta, quebradíza a trozos y muy mala de clavar. Serían las ocho de la mañana de un domingo del final del verano. Varias horas más tarde todavía no había conseguido llegar a lo que aparentaba ser la primera reunión, a unos 30 metros de altura. Jaime abajo se aburría y bostezaba.
Chico, esto está más jodido de lo que me esperaba. Vamos a bajarnos que se nos va a escapar el tren. De acuerdo Jesús, accedió el siempre cordial Jaime.
Y ese fue mi primer y único intento a la norte del Águila, una escalada extrema desde el principio hasta el final.
En 1973 yo era un chaval de 17 años y con otro principiante, Jaime Laguna, que semanas más tarde sufriría una terrible caida en la norte del Puro, nos metimos alegres y confiados, dispuestos a conseguir la primera repetición de la norte del Águila. Nuestro plan era vivaquear al pie de la pared, escalar muy deprisa hasta la cumbre y bajar corriendo a coger el tren que salía de Canfranc sobre las cinco de la tarde.
Vamos, ni de coña. Armado con bastantes hierros y unos tacos de madera me encaramé de primero por una fisura lisa y extraplomada en roca compacta, quebradíza a trozos y muy mala de clavar. Serían las ocho de la mañana de un domingo del final del verano. Varias horas más tarde todavía no había conseguido llegar a lo que aparentaba ser la primera reunión, a unos 30 metros de altura. Jaime abajo se aburría y bostezaba.
Chico, esto está más jodido de lo que me esperaba. Vamos a bajarnos que se nos va a escapar el tren. De acuerdo Jesús, accedió el siempre cordial Jaime.
Y ese fue mi primer y único intento a la norte del Águila, una escalada extrema desde el principio hasta el final.
Jesús Vallés (perro de roca)
SALVAR RIOSETA. LA HORA DE LA MOVILIZACIÓN. MEDIO MILLÓN DE METROS CÚBICOS DE ESCOMBROS.
En 1990 el Ministerio de Fomento pretendía ubicar medio millón de metros cúbicos de escombros, procedentes de la excavación del tunel carretero de Somport en el circo de Rioseta. Era la opción más fácil, y la más barata. ¡Claro, como es monte público!
¡Pero no les íbamos a dejar estropear el circo de Rioseta así de fácil!
Empecé a buscar ayuda y ese invierno organicé una acampada en el circo y una subida a la cumbre del Pico del Águila. Fue un éxito, ¡nos reunimos once personas!
Pero la cosa se fue animando y los Pirineos recibieron con esperanza la llegada de muchos y poderosos aliados de toda España. Había que buscar una solución para salvar el precioso circo de Rioseta del medio millón de metros cúbicos de escombros que le querían verter y de la construcción de una enorme estación de ventilación que lo desfiguraría para siempre. Gracias amigos, nos disteis mucha fuerza.
Natural de Burgos, se involucró en la defensa de los Pirineos. ¡Gracias Isaac! Fuiste de los más activos.
Hicímos juntos la "Quebrantahuesos". Luego lo llevé al Midi d´Ossau. Subió hasta arriba.
¡PASAMOS A LA ACCIÓN!
LA "TOMA" DE RIOSETA.
¡Ole por el Ejército Español!
Una foto historica, sin duda. Muchos conservacionistas se movilizaron por el circo de Rioseta.
OTOÑO DEL 92. ACAMPADA REVINDICATIVA Y ASCENSIÓN AL PICO DEL ÁGUILA. ACCIDENTE. SUSTO TERRIBLE QUE AL FINAL NO FUE PARA TANTO.
Un frio domingo de otoño un centenar de conservacionistas acudimos a una nueva concentración contra el proyecto de los escombros y el edificio de ventilación. Subiendo al pico se desprendió una piedra enorme, afilada como una laja e hirió a un jovencito de Castellón, montañero y conservacionista, que cayó fulminado. Mientras el grupo más numeroso alcanzaba la cumbre yo me quedé abrigando al herido. Cuando el helicóptero de rescate se lo llevó al hospital de Jaca yo rompí a llorar sintiendome responsable del accidente por haber escogido una subida directa por la gran pedrera del fondo del circo. Pero pronto llegaron buenas notícias: ¡¡¡Sólo había perdido un diente!!! y los que presenciaron el accidente me aseguraron que la laja era tan grande y bajaba rodando a tanta velocidad que hubiera decapitado a Jordi Colom Montfort.
El delegado del gobierno en Huesca me recriminó públicamente en un comunicado de prensa y no fui capaz de responder. Unos meses más tarde sentí la necesidad de coger mi bicicleta y viajar desde Sabiñánigo hasta Villafranca del Cid (Castellón). Tenía que visitar a Jordi y darle una buena notícia:
El Ministerio de Fomento había decidido ubicar los escombros de la excavación en unos terrenos de Villanúa, y respecto al edificio de ventilación, habían optado por una solución mucho menos impactante. La estación de ventilación se construiría subterránea y únicamente sobresaldría la chimenea de extracción de gases. ¡Lo habíamos conseguido!
No conseguí escalar la cara norte pero eso no me produce ninguna tristeza. Allí está el circo de Rioseta, hermoso y salvaje como siempre. El buitre quebrantahuesos sigue en su nido, en una cueva profunda de la cara norte del Pico del Águila.
CLUB MONTAÑA PIRINEOS, UNA CHARLA-PROYECCIÓN IMPRESCINDIBLE
Cualquiera que se haya asomado un poco a los Pirineos en los últimos días se percatará que se dan todas las condiciones ambientales y de innivación para que esta primavera se desencadenen avalanchas por todas partes, y ¡pobrecíto del que lo pillen debajo! El mecanismo es pura física, el sol va calentando paredes e islotes rocosos que son buenos conductores térmicos con lo que enormes placas de nieve que pueden pesar cientos de toneladas se van "soltando" de sus "anclajes" hasta que pierden la sustentación. La fuerza de la gravedad hará el resto.
Seguro que esta proyección recibe una masiva preferencia por los montañeros zaragozanos y desde este modesto blog felicitamos al club de montaña PIRINEOS que continuamente nos sorprende con sus actividades deportivas, de formación y culturales. Sabeis chicos del PIRINEOS, sois una gente con muy buen rollo, muy creativos, activos e inquietos, ¡me gusta!
TAMBIEN SE DEBATE SOBRE LOS ALUDES EN EL CLUB PEÑA GUARA
Conferencia a cargo de Rocío Hurtado, del centro de prevención de aludes "A Lurte" (Canfranc).
Charla el jueves, 28 de febrero, a las 20:15 en el salón de actos del club Peña Guara (Huesca)
2 charlas:
Interpretación de Boletín de Peligro de Aludes
Falsos mitos en la montaña invernal
El próximo jueves 28, a las 20:15h, en el local del club, tendrá
lugar una charla coloquio sobre interpretación de BPA’s, (Boletines de Peligro
de Aludes) y falsos mitos establecidos sobre los aludes de nieve.
La charla será desarrollada por Rocío Hurtado Roa, ingeniera
de montes, miembro colaboradora de ALURTE y esquiadora de montaña.
La tertulia está enfocada a aquellas personas que practican
actividades en terrenos nevados, alpinistas, practicantes de raquetas de nieve
y principalmente esquiadores de montaña.
Se admitirá asistencia hasta completar el aforo del salón de
actos.
Salud,
Antonio Gros
TODAVÍA MÁS NIEVE AÚN. NADA QUE HACER SIN ESQUIS O RAQUETAS. MONTE GÜÉ 1.600 m.
Hacía muchos años que no salía de mi casa con las raquetas puestas ¡espesores formidables!
Cojo a la perra y nos vamos a este monte al norte de Sabiñánigo ¡Hay que entrenar!
Senda en el pinar.
Nos ha costado cuatro horas llegar a la cima. ¡En la parte alta me hundía hasta la rodilla con las raquetas! Imposible para Panchita, la he tenido que subir en la mochila, ¡siete kilos ya pesa eh!
Al este el monte Oturia.
En el descenso nos hemos encontrado a unos chicos de Biescas que subían con esquís.
Este invierno se presenta con un extremo riesgo de avalanchas. El piolet y los crampones sirven de muy poco. Tendremos paciencia a ver si se puede subir algún pico más alto.
¡MÁS DE 25.000 VISITAS!
En poco más de un año y a solo diez meses del homenaje en Mezalocha, este blog continúa animando a los escaladores y montañeros, y a todos los deportistas en general a organizar actos, conferencias y seminarios para consolidar a Alberto Rabadá y Ernesto Navarro como valores fundamentales en la historia de la escalada en España.
AYUNTAMIENTO DE AÍSA. SOLICITUD DE UNA CALLE O PLAZA DEDICADA A RABADÁ Y NAVARRO.
SR. ALCALDE
SRS. CONCEJALES
AYUNTAMIENTO.
AÍSA
(HUESCA)
Asunto: SOLICITUD DEDICATORIA DE UNA CALLE O PLAZA A LOS ESCALADORES
ARAGONESES ALBERTO RABADÁ Y ERNESTO NAVARRO EN EL 50 ANIVERSARIO DE SU MUERTE
EN LA CARA NORTE
DEL EIGER.
Se solicita al ayuntamiento la dedicatoria de una calle o plaza a estos
dos escaladores aragoneses en el 50 aniversario de su muerte en la cara norte
del Eiger (Suiza).
Alberto Rabadá y Ernesto Navarro murieron por
agotamiento y congelación en el transcurso de su intento a la cara norte del Eiger (agosto de 1963) a la edad de 29 y 30 años.
Rabadá y Navarro son autores de
una formidable colección de escaladas en Riglos,
Picos de Europa y los Pirineos, destacando la cara oeste del Naranjo de Bulnes, la arista norte del Puro, el espolón del Firé y el espolón del Gallinero en Ordesa.
Las montañas del valle de Aísa fueron
escenario de estupendas rutas muy populares:
La arista de los murciélagos al Aspe es una de las más famosas del
Pirineo.
La vía “Edil” a la cara norte del Aspe les sirvió de entrenamiento para
su intento al Eiger.
La cara norte del pico del Águila, en Rioseta,
goza de un gran prestigio y reputación por su dificultad. Menos conocida es la
escalada de la cara norte del pico Llena de la Garganta.
Por estas razones y en el marco de los actos de homenaje que diferentes
colectivos de escaladores tienen previsto llevar a cabo durante el presente año
estimamos muy oportuno el dedicar una calle o plaza a nuestra cordada aragonesa
en Aísa o Candanchú si el
ayuntamiento lo estima conveniente.
Gracias por su amable atención.
Jesús Vallés Gracia
Promotor y organizador del Homenaje a Rabadá
y Navarro en el 50 aniversario de su muerte en la cara norte del Eiger.
c/ Sánchez Ventura nº 35
22600 Sabiñánigo (Huesca)
Teléfonos: 974 483272 y 606 077523
11 de febrero de 2013